Ata tu arado a una estrella hace su primera aproximación a Fernando Birri a través de un material que Carmen Guarini registró en 1997 y decidió desempolvar dos décadas después. Es la realización de un documental de Birri para la televisión alemana (Che: ¿Muerte de la utopía?), con el director y su equipo entrevistando figuras como Ernesto Sábato, Eduardo Galeano y León Ferrari, junto a los habitantes de la localidad boliviana de La Higuera, acerca del significado y la vigencia de las utopías a treinta años del asesinato del Che Guevara. Esos archivos, que además del making of incluyen escenas cotidianas de Birri, no brindan grandes revelaciones pero tienen un encanto similar al que lograba otra producción de Guarini en aquella época (el genial documental Tinta Roja, de 1998, codirigido con Marcelo Céspedes), y es el de mostrar la voluntad con la que la gente intentaba sostenerse en la Argentina de fines de los noventa. Esto se pone en relieve cuando Guarini incluye imágenes de Birri recorriendo viejas locaciones de su legendario cortometraje Tire Dié, o fundando en 1986 la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba: ¿Cómo sobrellevaba esa desalentadora realidad una persona que había emprendido una cruzada continental para evitarla?
Guarini viajó a Roma para visitar a un Birri de 92 años, que no perdió un ápice de lucidez y buen humor. Además de ser el último registro público de Birri, el mérito de la directora está en el espíritu crítico con el que lo encara, frente al cual el santafesino analiza el desenlace de sus propias utopías cinematográficas, habla de sus años en el exilio y revela que alguna vez consideró el suicidio. En la función de prensa del documental se compartió el libro; Diálogos de Cine / Fernando Birri; Carmen Guarini, publicado por Ediciones Treintayseis y Directores Argentinos Cinematográficos, que contiene las conversaciones completas y es imperdible pese a la pésima edición y corrección en las transcripciones: además de un recorrido personal, incluye varias reflexiones sobre el rumbo (formal y discursivo) que fue tomando el Nuevo Cine Latinoamericano, la monumental ORG (que cuatro décadas después de su realización fue rescatada y restaurada) y las nuevas tecnologías (en el documental, Guarini deja una cámara GoPro en la casa de Birri para que el director la use libremente, y el libro explica que el resultado final de sus tomas es un homenaje formal a un texto de Xavier de Maistre escrito en 1794).
El cariño y la admiración de Guarini por Birri son evidentes, pero en las preguntas y comentarios que este último decide disputar está lo mejor del documental, alejándose del lugar común y demostrando muchas discusiones aún no están zanjadas. Esto no quita que algunos tramos pequen de cierta pomposidad, o que la voz en off de Guarini subraye innecesariamente alguna de sus ideas, pero a cada uno de esos momentos la presencia de Birri -hace treinta años o hace uno- responde con un desparpajo y una ridiculez irresistibles: pegándole piñas a Sábato en el abdomen, ostentando sus dibujos hechos con un software llamado Kid Pix o imaginando su funeral en el medio de un asado. Por momentos todo parece una versión de Visages Villages (otro canto a la amistad y a alegrarse la vida con una cámara) sin tanto presupuesto ni glamour, pero Guarini entendió perfectamente que el enorme legado de Birri tiene las mismas dosis de compromiso y de gracia.