"Yo no existo más desde el día que puse la palabra Fin en El fausto criollo hace cinco años. Todo el resto son cosas que ustedes están inventando… Yo soy una fantasmagoría… Prácticamente no existo más que por falsas proyecciones… Cuando ustedes se van de acá, yo hago como que voy a mi cuarto, cierro la puerta y desaparezco“.
No es cierto. Fernando Birri dista de ser una fantasmagoría. No lo fue mientras conversó con Carmen Guarini meses antes de morir, y tampoco lo es ahora que lleva más de un semestre habitando otra dimensión. Por lo pronto, lo percibimos tan presente como siempre en las dos versiones que la cineasta y antropóloga hizo de aquel encuentro en Roma: el documental Ata tu arado a una estrella y este libro recién publicado.
En todo caso, Birri reconoció la inminencia de la muerte o de una nueva forma de existencia fuera del cuerpo que lo acompañó 92 años, nueve meses, dos semanas. Otra prueba de lucidez por parte del autor de films memorables como Los inundados, Tire dié, ORG, y además fundador de la Escuela Documental de Santa Fe y de la Escuela de Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, Cuba.
Ata tu arado a una estrella no sólo desmiente la pretensión fantasmagórica de Don Fernando; también desafía la noción lineal del tiempo. De hecho, Guarini articula el registro de las charlas en Roma con material que filmó veinte años antes, cuando acompañó al Maestro mientras rodaba un documental a propósito del 30° aniversario de la muerte de Ernesto Che Guevara. Curiosamente, en ese 1997 lejano Birri imaginó su propio funeral.
Aunque acotadas, las apariciones de Ernesto Sábato, Eduardo Galeano, León Ferrari, Osvaldo Bayer alimentan la ilusión de inmortalidad de ciertos referentes y estimulan la reflexión sobre dos temas centrales del film: el arte –y el cine en particular– como ejercicio de resistencia política, y la utopía como faro para seguir avanzando por el camino de la libertad (o liberación).
El libro que integra la colección Diálogos de cine permite repasar los recuerdos y las opiniones de Birri durante el encuentro de enero de 1997. De yapa, ofrece el Manifiesto de Santa Fe, el acta de nacimiento de la Escuela Internacional de Cine y TV en San Antonio de los Baños y la transcripción del Juramento Athanasiano que tuvo lugar en el acto inaugural de la EICTV.
El (o los) trabajo(s) de Guarini resultan una bocanada de aire fresco para los espectadores hartos del cine que Don Fernando define como explosionístico, es decir, concebido para entretener, distraer, narcotizar a través de la recreación –cada vez más espectacular– de explosiones y disparos. Película y libro oxigenan pulmones, sangre, cerebro mientras reivindican otra manera de aprehender el legado de Georges Méliès y los hermanos Lumière.
El recuerdo de Raymundo Gleyzer, Jorge Cedrón, Gerardo Vallejo entre otros compañeros de ruta y las imágenes tomadas en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma y en la entrañable EICTV dan cuenta de la dimensión colectiva, internacional, histórica de un movimiento irreductible a la obra de Birri, y por lo tanto con capacidad de intervención en nuestro atribulado presente. Sin dudas, el “subcine cómplice del subdesarrollo” se topará indefectiblemente con un límite mientras haya realizadores que, como Guarini, sigan produciendo películas realmente luminosas.