En el año 1997, Carmen Guarini -directora, productora y antropóloga- se propuso un nuevo proyecto: filmar a Fernando Birri en una de sus vueltas al país. El motivo era concreto, seguirlo en sus diferentes recorridos que confluyeron en el largometraje estrenado dos años más tarde bajo el nombre de Che: ¿Muerte de la utopía?. Seguirlo desde el día uno, cuando lo vemos cerrar las puertas de su casa para ir a filmar mientras asegura que lo único valioso que tiene allí dentro son sus libros y que ojalá alguien robara libros. Esa simple simpatía que genera el principio es la sensación que perdura a lo largo de los ochenta y cuatro minutos.