“Duro de domar” solemne y patriotero
Esta película puede describirse fácilmente como un "Duro de matar" en la Casa Blanca, con el Presidente atrapado por unos norcoreanos malísimos y un héroe fuera de lugar convertido en su única salvación. Sólo que las "Duro de matar" son irónicas, combinan perfectamente la acción con el humor, mientras que "Ataque a la Casa Blanca", que tiene un planteo mucho más descerebrado, se toma a sí misma terriblemente en serio y, encima, se toma en serio patrióticamente, lo que lleva todo el asunto a niveles abismales.
Y por si esto fuera poco, sus dos horas de duración se vuelven eternas, empezando por el largo e innecesario prólogo dedicado a mostrar cómo Gerald Butler, el heroico principal guardaespaldas del Presidente, no puede hacer nada frente a un accidente trágico de la familia del mandatario que interpreta Aaron Eckhart. Todo para dejar al personaje estelar fuera del servicio secreto y darle un toque melodramático a la protección del hijo del Presidente, cuando los norcoreanos necesiten un elemento de presión adicional para lograr algo de este último.
El ataque inicial a la Casa Blanca promete al menos una divertida película de superacción del nivel más violento, pero justamente el doble problema del film de un buen director como Fuqua es que el guión, al tratar el asunto con tal seriedad y chauvinismo, se toma su tiempo para el melodrama patriótico entre luchas a patadas y tiroteo salvaje. Estos tiempos son más muertos que la pila de terroristas que va dejando a su paso Butler, y convierten a este "Duro de matar" patriotero en una experiencia insoportable, aun cuando no se pueda negar que un par de escenas de acción están bien resueltas.