La productora Millennium Films es lo más funcional, económicamente hablando, por lo propagado desde el Hollywood actual, con trabajos muy del orden de lo producido en los ochenta con el sólo fin de abarrotar de estupidez en los cada vez menos videoclubs con infinidad a las realizaciones de pura acción brutal, glamorosa.
Una productora que propugna la autoeliminación de sus productos a los cinco segundos de salir de la sala, tal cual las de misiones imposibles. Por supuesto que no del discurso reaccionario que ampara, que además tiene muy claras las razones económicas que justifican la producción, y sobre los que debe apuntalar la industria cinematográfica como negocio, o sea obtener el superior bien mercantil con la menor erogación de dinero posible, lo que daría como resultado una perfecta ecuación gasto/beneficio.
Con la misma intención ha producido e invadido el mercado del cine con filmes como “El Mecánico” (2011), con Jason Statham, entre otras, y que sobresalió con la saga de “Los Indestructibles” 1 y 2 (2010/2012).
Toda esta introducción serviría para poner en plano objetivo el origen de “Ataque a la Casa Blanca”, una producción con intenciones de obtener réditos económicos muy rápidamente, utilizando recetas extensamente experimentadas.
En fin, una película a disposición de héroes como Mike Banning (Gerard Butler), un ex agente del Servicio Secreto con mucha potencia ruda, que abre la historia presentándolo como un eximio boxeador.
La narración propiamente dicha comienza 18 meses después de que Mike consiguiera salvar al Presidente de EE UU Benjamin Asher (Aaron Eckhart), de un accidente de coche en el que no puede impedir la muerte de la Primera Dama Margaret Asher (Ashley Judd), como máximo a los 10 minutos de empezado el filme, situación que hará entrar en desgracia al marido, dejará en estado de orfandad al hijo de ambos, le cambiara la vida a Mike y le arruinara la velada al público de la sala. (Aguante, Ashley Judd)
Mike quedará fuera de la seguridad del presidente, su sola presencia lo deprime, pero es la única persona que queda, en realidad circulaba por las inmediaciones, luego que una facción de extremistas norcoreanos se infiltre, arrebate el control de la Casa Blanca, colocando a la madre patria en peligro de destrucción nuclear. Pero los terroristas no contaban que iba a reaparecer en escena del duro de matar John McClane, perdón, del impiadoso Casey Rybak, perdón nuevamente, digo del creativo e inteligente Tony Mendez, pido piedad, quiero decir Mike Banning, otro héroe más mezcla de todos los nombrados que algo original y distintivo.
Por suerte tuvieron el tino de contratar a grandes como Morgan Freeman, Melissa Leo, Angela Bassett, Robert Forster quienes, como idóneos secundarios, cumplen con la función de dar respiro a la catarata de violencia y acción que adopta el filme. Saben que después de esto deberían, al menos por un tiempo, desistir de mostrar sus nominaciones y/o estatuillas del premio Oscar.
El realizador Antoine Fuqua que había comenzado promisoriamente con “Asesinos Sustitutos” (1998) o “Día de entrenamiento” (2001), parece haber caído en las redes de lo chabacano sin esfuerzo, hasta convertirse en un director técnico del montón, eficaz como cualquier otro para este tipo de propuesta, ya que en este caso son más importante los productores, entre ellos Gerard Butler.
Los actos de acción, cómodos en cuanto a violencia, persistencia y arqueo de muertos y heridos, son el único atributo de un supuesto guión empleado al reconocimiento predecible de tópicos típicos de estos productos.
Sí hay tiempo y esmero para algún que otro gag, como la utilización de un busto de Abraham Lincoln como eficaz arma antiterrorista.
Filme viejo por donde se lo mire, pero muy nuevo desde la tecnología, los efectos especiales y la destrucción de la Casa Blanca.
Ahora para la factoría de Hollywood los malos son los norcoreanos. Ni los indios, los japoneses, alemanes, rusos/soviéticos y vietnamitas, sin haber dejado de lado a los musulmanes, tenemos a estos como los más malos de todos. Quienes se atreven a invadir la Casa Blanca, tomar como rehén al presidente de los EEUU, y a casi todo el gabinete, sólo se olvidaron del ex jefe de seguridad del presidente.
Las democracias del mundo están en peligro, pero siempre habrá un héroe que retorna para poner las cosas en su lugar.
Si usted busca algo de suspenso, de intriga política, de denuncia de corrupción, o de manipulación por parte del poder, busque otra película, si en cambio va al encuentro de la acción y violencia glamorosa, estará en su salsa.