God bless America
Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen) es una película necesaria. El cine de Hollywood nos tiene acostumbrados a señalarnos a los enemigos de turno de la humanidad. En este caso nos advierte de la amenaza que representa para la justicia, la democracia y la libertad (todos estos valores representados por la bandera de los Estados Unidos de América), la nación de Corea del Norte.
Es que la Corea mala heredó de los soviéticos ese gen que los hace buscar el caos cueste lo que cueste, son malos porque no saben ser de otra manera. Y si bien lo son hace tiempo, ahora tienen armas de destrucción masiva, y Estados Unidos teme que se atrevan a utilizar una bomba atómica contra poblaciones civiles ¿Pero a quién se le ocurriría hacer algo semejante? A una nación malvada, claro está.
Es que Corea del Norte ganó tanto poder con el tiempo, que ahora pueden invadir Estados Unidos y secuestrar a su presidente sin problemas. Así es como, en la película de Antoine Fuqua, un grupo terrorista de Norcorea invade la Casa Blanca sin mucha resistencia del ejército más poderoso del mundo. Los coreanos del norte contaron con la ayuda de un avión, aunque no sabemos muy bien como llegó hasta la Casa Blanca, un ejército de turistas con poderosas armas, jóvenes entusiastas suicidas, espías infiltrados y americanos colaboracionistas.
Ataque a la Casa Blanca toma un poco de todas las películas de acción y hace un collage desprolijo de repeticiones sin criterio. No hay escena, diálogo o chiste que no haya sido visto en otra película. Quizás el mayor plagio sea a Duro de Matar, pero sin Bruce Willis... paso.
Es que a una película como esta solo la puede salvar del desastre, mas no del fracaso, un protagonista con algo de carisma y personalidad. La autoconciencia y la autocrítica salvó a muchos héroes de acción de esos valores pasados de moda que perseguían. El problema de esta película (además de la película en si y sus valores) es que la protagoniza Gerard Butler, un actor que se hizo con justicia una muy mala reputación. Algunos dirán que es preferible verlo en una película de acción que en una comedia romántica, pero en todo caso eso sería un triste consuelo. Lo siguen Aaron Eckhart como el presidente secuestrado y Morgan Freeman como el presidente interino, cuya voz institucional hablándole al pueblo se convirtió en un lugar común, que combina con el resto de la película.
El héroe individual que salva a Estados Unidos de la destrucción, los líderes peleando por la salvación de su pueblo, la música indicándonos el clímax emotivo, los aplausos, la bandera de la libertad flameando, God bless America!