Para Terror… no hay como la psicología.
Virginia y su pequeña hija Rebeca viajan por la ruta. Virginia escapa de su pareja habiéndose llevado a la hija de ambos sin el permiso del padre. Durante el viaje se detiene en una estación de servicio y en un momento de distracción secuestran a su hija y a otro niño que viajaba en una excursión escolar. Virginia descubrirá que los secuestros están relacionados con una secta que realiza sacrificios humanos con niños.
El relato inicia con una secuencia muy lograda y promisoria, que lamentablemente no llega a estar a la altura de esas expectativas.
La primera secuencia (hasta la persecución por parte de la madre hacia los secuestradores y el momento en que Virginia (Julieta Cardinali) despierta y se descubre a sí misma en un ataúd) está realmente lograda con recursos sobrios y eficaces.
El asunto empieza a entorpecerse cuando ingresa al relato el componente sobrenatural, que a mi juicio carece de peso significativo en el conjunto de la trama, y más que explicar, entorpece; Virginia se anoticia de que está muerta, pero que por algún motivo (no se explicita) dispone de 8 horas para salvar a su hija de una horrible muerte ritual. Mason (Rafael Ferro) le indica que para recuperar a su hija debe buscar un ataúd blanco. Pero en esa peripecia se encontrará con dos mujeres más, cada una queriendo recuperar a un niño secuestrado y cada una queriendo para sí el mismo ataúd. Creo que si se hubiese omitido el componente sobrenatural habría quedado más orgánico el relato y menos enrarecida la trama de conjunto.
El relato va perdiendo en el transcurso del visionado el impacto inicial y se comienza a tornar tedioso y poco creativo. En esta segunda parte aparecen escenas de terror propias del gore (mutilaciones y derramamientos de sangre en exceso), cuya relación con lo que antecede no queda claro y parece tratarse de dos relatos diferentes. Finalmente, el desenlace del film se puntualiza en los créditos con una musicalización fuera de tono (casi en tono de comedia), cuya función enunciativa no resulta comprensible.
Al margen del tema de lo sobrenatural (al que referiré a continuación) los principales defectos que encuentro en esta producción son: una deficiente dirección de los actores adultos, cuya consecuencia son actuaciones exageradas e inorgánicas, sobre todo en la segunda parte del film; falta de desarrollo narrativa y psicológico de los otros dos personajes oponentes femeninos, que debieran constituir el verdadero contrapeso narrativo (dramático) del relato.
Volviendo al tema de lo sobrenatural, quisiera hacer una última reflexión que en realidad no es específica de esta producción, aunque a ella se aplica en igual medida. Es verdad que esta asociación entre el género de terror y los espíritus, espectros, y posesiones demoníacas han poblado mayoritariamente la narrativa genérica, sin embargo no existe en absoluto ninguna razón para proponer otro elemento como sustituto, Pienso, por ejemplo en la excelente Suspiria (1977) de Darío Argento; El Resplandor (más la novela, que la película de Kubrick); y en la contemporánea Mask (2011) de Andreas Marshall.
El terror se consigue a partir del miedo irracional hacia lo desconocido, lo incierto, lo dañino cuya fuente se ignora. Cuando todas esas fuentes se develan nos encontramos en el territorio del thriller. Pienso que la temática del secuestro solamente brindaba ya materiales suficientes para anclar el relato en el género de un terror psicológico, que queda desaprovechado por esta incapacidad de concebir al terror separadamente de lo sobrenatural.