Se estrena Ataúd blanco: Juego Siniestro, lo nuevo de Daniel de la Vega. Un thriller psicológico con elementos sobrenaturales. Destacada interpretación de Julieta Cardinali.
El terror argentino regresa a las salas comerciales. Daniel de la Vega, veterano realizador de género en nuestro país, se reúne nuevamente con los hermanos Bogliano –guionistas- para realizar este thriller que se nutre bastante de numerosos elementos gore.
Más cerca del giallo que del tradicional terror anglosajón, Ataúd blanco: Juego siniestro tiene un premisa casi de policial. Virginia –Cardinali, en una destacada actuación- se está escapando de su ex marido junto a su hija. En medio del viaje por la ruta, para a cargar nafta en una gasolinería prácticamente abandonada. Un segundo de distracción y la niña desaparece.
Una persecución por la ruta deriva a un juego macabro, en el que dos madres –Virginia y Ángela, interpretada por Eleonora Wexler- deben competir para salvar a sus hijos. Un juego, en el que se quiebran las reglas de la vida y la muerte.
Planteada casi como un thriller –al estilo Sin rastro, de Jonathan Mostow- el guión de los hermanos Bogliano se sustenta en notables giros narrativos, personajes enigmáticos –el de Rafael Ferro- una subtrama que incluye un complot con la iglesia –notable participación de Damián Dreizik- y todo en un poco más de una hora de duración.
Daniel de la Vega maneja la tensión y el ritmo narrativo con buen pulso. Prefiere no darle respiro al espectador antes que otorgarle tiempo para pensar la coherencia de cada escena, que en este género, es lo que menos relevancia tiene. Sin embargo, eso no deja afuera que todos los subgéneros que conviven dentro del relato mantengan cierta cohesión. La verosímil interpretación de Cardinali es una de las claves para que se sostenga el drama, aún cuando los diálogos le otorgan cierta artificialidad a la diégesis interna del relato.
Si bien en el final abundan explicaciones innecesarias, el suspenso y la acción son las grandes protagonistas, y vale la pena resaltar que la factoría técnica -fotografía, diseño sonoro, montaje y música- son complementarias al relato, y el simple hecho de que la mayor parte de la acción suceda de día, rompe varios de los clisés del género de horror.