Cesar González vuelve a ofrecernos una historia inmersa en el universo de los habitantes marginales, en las villas del conurbano bonaerense. Este poeta, escritor y cineasta, ha sabido capitalizar la experiencia vivida y se ha nutrido de buenas fuentes inspiradoras para proponer retratos sociales fuertes, reconocibles.
González se inscribe en la línea de esos directores que se vuelven necesarios, dado que explora con esmero, lugares, ideas y personajes insertos en barrios donde la vida es realmente áspera y difícil. El entiende qué importa retratar (en términos de hábitos) y se muestra hábil para enmarcar esa perspectiva cultural, sin falsos maquillajes.
Como público, se agradece poder adentrarse en esa realidad a través del cine. Ese esfuerzo de González y su equipo lo ha posicionado como un polo de producción respetable en su medio y ha concitado el interés de un público diverso, de todos los estratos sociales. En este proceso de distribución casera (artesanal y alternativo), González ha decidido liberar sus películas en YouTube y eso le ha permitido ganar reconocimiento.
Está forjando una carrera potente y es un valor a apoyar, dado que no abundan directores (salvo quizás Perrone, Campusano, pero que juegan distinto) de estas características en nuestro cine. Aquí, "Atenas" (la que nos concita), continúa con las historias de seres que necesitan desesperadamente ayuda.
La trama es simple y presenta el proceso de "reinserción" de Perséfone (Débora González), en la vida de la villa, luego de una experiencia carcelaria. Ella ha pasado un tiempo largo encerrada y el hecho de encontrarse sola, sin familia, empleo ni sostén, la llevará a vivir experiencias que marcan las pocas alternativas que se tienen, luego del pasaje por la prisión.
González pinta su aldea con todo lo que es conocido, la falta de oportunidades, el maltrato de los profesionales de clase media que deberían intervenir para apoyar el regreso al campo productivo y no lo hacen, la delincuencia, la prostitución y el prejuzgamiento.
Aquí, logra establecer un campo minado a punto de explotar. A lo largo de "Atenas", todo el tiempo sentimos que algo puede salir mal y desatar una tragedia: situaciones violentas, no necesariamente físicas, pero definidas con agudeza, personajes a punto de transgredir normas, cuerpos y bienes: la tensión siempre está a flor de piel. Ese es el mayor acierto de Gonzalez, el tono del film. Estamos en alerta todo el tiempo.
"Atenas", podríamos decir, es un film que busca su público entre todos aquellos que sostienen su metraje. Muestra en forma descarnada lo difícil que es, regresar al mundo civil, luego de estar en prisión. Grafica con precisión todos los resortes que operan cuando se intenta, simplemente, ganar el sustento necesario para vivir. Y no más que eso.
Doloroso, comprometido y feroz drama de una mujer que intenta volver de un viaje oscuro, y al que la sociedad (nuestra sociedad), sólo le da la espalda, "Atenas" es una obra madura a la que sólo puede criticarsele el cierre de su historia, quizás abrupto y desangelado.
Pero el resto, es un andamiaje serio que aporta mucho sentido a la historia de dolor que quiere transmitir. Una ventana a un mundo que nos cuesta reconocer como propio. Pero lo es. Es nuestra tierra y es nuestra gente, sufriendo.