Atlántida

Crítica de Diego Maté - Cinemarama

La historia transcurre en los 80 durante un verano en Córdoba y tiene como protagonistas a dos hermanas: Lucía, la mayor, es irritable y se muestra poco sociable mientras estudia para entrar a la UBA; Elena, la menor, es caprichosa, malcriada, está enyesada por una lesión de jockey y mortifica a Lucía pidiéndole cualquier cosa como si fuera su esclava personal. Las fricciones que se generan en la casa mientras los padres se ausentan por un funeral van en aumento hasta que todo estalla y cada una toma un camino distinto: Lucía sale con una amiga de su hermana igualmente confundida y recorren la zona en auto sin un rumbo preciso. Elena, en cambio, aprovecha la visita del médico familiar (Guillermo Pfenning) para acompañarlo en su recorrido y escapar de la casa. La película de Inés Barrionuevo toma distancia del conflicto inicial y opta por darle el espacio suficiente a las hermanas para hacer un breve viaje de maduración y conocimiento, eso sí, siempre absteniéndose de señalar un camino correcto o un destino obligatorio. Fuera de ellas, los chicos y las chicas del barrio mantienen relaciones inciertas en las que hay más desafío y agresión que romance o verdadero descubrimiento; un beso robado, por ejemplo, se esgrime como un trofeo de guerra y como provocación. La directora se aleja sutilmente de ellos y les abre a Elena y Lucía las puertas de otras experiencias posibles, algunas felices, otras más amargas, pero todas tan imprevisibles como la perspectiva de ser adolescente durante un verano caluroso con mucho tiempo libre y nada para hacer.