La vida de los adolescentes no es del todo placentera y menos si deben vivirla lejos del atolondrado trajín de alguna gran ciudad. Con sus ansiosas pretensiones adultas pero con cuerpos y mentes en pleno desarrollo, son fáciles de reconocer por sus frecuentes estados apáticos o sus raptos de frenética locura injustificada.
Rodeadas de casas bajas y silencios insoportables, el verano de dos hermanas pronto se volverá una caja de sorpresas. Condenadas, sin prisión efectiva, a la cansada rutina de la vida en el campo, Lucía y Elena, intentan pasar uno de los veranos más calurosos de los últimos tiempos. La sequía apremia la economía de los productores, la luz eléctrica no dura más de 10 horas seguidas y la única atracción disponible es la Feria de la Miel, porque el boliche es peligroso.
Con marcada diferencia de personalidades, Elena carga con un yeso en su pierna derecha y Lucía debe servirla cual esclava. Elena vive rodeada de amigas y Lucía estudia sola en la cocina para el ingreso a la facultad en Buenos Aires. La brecha que las separa es cada vez más profunda y un creciente odio inconsciente comienza a hacer mella en Lucía. ¿Cómo salir del encierro si el yeso lo impide? ¿Qué hacer más allá del estudio si no se tienen amigas? Cada una con sus imposibilidades a cuestas, no tardarán en descubrir la manera de cambiar el rumbo del verano.
La fluida narración y la atractiva intriga que se va creando a medida que nos situamos en el tiempo y espacio presentados por el filme, dan lugar a la reflexión acerca de que tan diferentes pueden ser los destinos de dos hermanas que se criaron juntas, en el mismo hogar, bajo las mismas reglas. Sin embargo, y a pesar de que Elena y Lucía son muy diferentes, lo que se sobrepone es el amor fraternal. Ya poco importa si Lucía provocó el accidente de Elena o si ésta última tiraniza a su hermana. Luego de haber vivido aventuras, cada una por su lado; al llegar el fin del día una se apoyará física y psicológicamente en la otra para poder comenzar un nuevo día.
Recurriendo a la apicultura, la cordobesa Inés María Barrionuevo, pone en escena una metáfora exacta: la abeja reina gobierna en su panal mientras las obreras dan la vida por su supervivencia. Cualquier parecido con la diégesis propuesta por Atlántida no es pura coincidencia. Elena manda, Lucía obedece.
Por Paula Caffaro
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