ESA RUBIA DEBILIDAD
Charlize patea traseros sin rendirle cuentas a nadie.
Todavía nos falta un largo trecho por recorrer, pero si algo demostró la temporada cinematográfica 2016-2017, es que estamos más que dispuestos a disfrutar de las aventuras de heroínas femeninas que no pierden los ideales, mientras patean traseros de todo tipo. A Jyn Erso, Diana Prince y tantas otras, hay que sumar a Lorraine Broughton (Charlize Theron), agente del MI6 que no tiene nada que envidiarle al 007 más sensual y violento.
No hay forma de que “Atómica” (Atomic Blonde, 2007) escape a la comparación con “Sin Control” (John Wick, 2014), no tanto por su protagonista, sino porque comparten (al menos) a uno de sus realizadores. David Leitch decidió desligarse de la secuela protagonizada por Keanu Reeves y, en cambio, le dedicó su tiempo –y su estética tan particular- a la adaptación de “The Coldest City”, novela gráfica creada por Antony Johnston y Sam Hart que mezcla la súper acción, la violencia y el espionaje por partes iguales.
Estamos en Berlín, días antes de la caída del muro y, por consiguiente, del final de la Guerra Fría. Lorraine es una de las agentes más capacitadas y mortíferas del servicio de inteligencia inglés y, ahora, debe viajar a la capital alemana para recuperar el cuerpo de uno de sus compañeros asesinados, y de la lista que llevaba en su poder donde se revelaban todas las identidades y las misiones de los agentes encubiertos apostados en Berlín Oriental. Una misión más que peligrosa y sensible, que podría desestabilizar el panorama político actual si la información cae en las manos equivocadas.
La única certeza de Broughton es que no debe confiar en nadie, ni siquiera en David Percival (James McAvoy), su contacto local, un agente que logró infiltrarse en ambos lados del muro y cuyos métodos poco ortodoxos, dejan mucho que desear. Obviamente, la llegada de Lorraine no pasa desapercibida, y así su misión se va poniendo cada vez más peligrosa y complicada a cada paso, en medio de un agitado clima sociopolítico, asesinos, doble agentes y alguna que otra espía sensual.
“Atómica” es vertiginosa por donde se la mire. Desde su relato que va y viene en el tiempo, hasta una estética ochentera que se complementa a la perfección con los tecnicismos visuales de nuestro tiempo. Leitch nos entrega un relato moderno híper violento que no se contiene ante nada, pero no deja de lado la ambientación de la época, los guiños a la cultura pop y, sobre todo, una genial banda sonora (David Bowie, Depeche Mode, Siouxsie and the Banshees, George Michael, New Order) que le queda como anillo al dedo.
Sí, en un punto podría parecer una sucesión de escenas coreografiadas, pero a diferencia de mamarrachos como “Escuadrón Suicida” (2016), acá música y acción encajan perfectamente, y claro que es inevitable tararear esos temas o mover la patita mientras Charlize reparte sopapos.
La estética de colores desaturados que contrastan con el brillo de las luces de neón, es una protagonista más de este thriller que embrolla un poco su trama hacia el final, pero compensa con la actuación de Theron, quien se carga el personaje al hombro y, a pesar de sus dobles de acción, le creemos cada patata y piña, entregada y recibida por partes iguales.
El guionista Kurt Johnstad no fuerza el humor, sino que deja que decante naturalmente. Acá no hay personajes estereotipados a simple vista, ni de esos que se hacen los graciosos, tampoco superhéroes invulnerables, aunque está lejos de ser una película anclada en el “naturalismo”. Los realizadores logran encontrar el equilibrio justo para que tanta violencia no desentone, pero no podemos (ni queremos) pedirle realismo al 100% a esta gran adaptación comiquera.
En contra podemos decir que desaprovecha un poco a Sofia Boutella como la agente francesa Delphine Lasalle, un personaje que saca a relucir toda la sensualidad y vulnerabilidad de Lorraine. Broughton no confía en nadie, no da concesiones y rara vez baja la guardia, pero tampoco es un robot que primero dispara y después pregunta.
Theron es lo todo, pero está muy bien acompañada de un gran elenco secundario (Eddie Marsan, John Goodman, Toby Jones y hasta un Bill Skarsgård que no da miedito), una estética visual impecable y una banda sonora que pega más que los rusos. Tal vez, “Atómica” es más forma que contenido pero, ¿cuánto más se puede abordar el tema de los espías durante la Guerra Fría?
Lo más importante es su aporte al repertorio de heroínas femeninas que no se contienen ante nada y explorar su sexualidad sin tapujos ni alharaca. Charlize está en su mejor momento, y la necesitamos en este tipo de historias.