Atómica es un gran film de acción que deleitará especialmente a los fans del género. La parte más explosiva y emocionante de la película por momentos logra eclipsar el thriller de espías, pero con semejantes escenas de acción y la potente labor de la actriz protagonista es difícil que alguien salga insatisfecho de la sala.
The Coldest City es una novela gráfica publicada por la editorial Oni Press en el año 2012 con arte de Sam Hart y escrita por Anthony Johnston. La protagonista es Lorraine Broughton, una espía británica del M16 que se infiltra en Berlín a finales de la Guerra Fría para develar la verdad detrás de la muerte de un colega y descubrir a un traidor dentro de su organización.
Mientras la obra original de Johnston y Hart tiene un estilo mucho más clásico y tradicional, cercano al film noir o las novelas de espionaje de John Le Carré, su versión fílmica corre por cuenta de David Leitch; uno de los directores de la exitosa y sorpresiva John Wick (2014) que hasta el momento era reconocido en Hollywood por su labor como doble de riesgo, coordinador de dobles y coreógrafo de peleas en numerosos films.
La unión de estilos tan diferentes podría dar como resultado un film terrible con tonos dispares, no es nada fácil combinar una novela gráfica de suspenso, sobria, rígida, en blanco y negro con un film de acción entretenido, acelerado, electrizante y lleno de color; pero Leitch sale bien parado y nos entrega una de las mejores películas de acción del año.
La película comienza con la agente del M16 Lorraine Broughton (Charlize Theron) siendo interrogada por su superior Eric Gray (Toby Jones) y el agente de la CIA Emmett Kurzfeld (John Goodman). Lorraine da el reporte de su última misión: fue enviada a una Berlín dividida con un muro a punto de caer para recuperar una lista con los nombres de todos los agentes aliados infiltrados en la Unión Soviética. Además, durante su estadía en Alemania deberá descubrir la identidad de Satchel, un doble agente que vendió información a los rusos por años y asesinó al último portador de la lista. Si esa información cae en manos soviéticas, pondría en peligro a todos los espías activos en Rusia.
El contacto de Lorraine en Alemania es David Percival (James McAvoy), un excéntrico y libertino agente que lleva años viviendo en Berlín. Juntos deberán trabajar para recuperar la lista, aunque ninguno de los dos confíe plenamente en el otro.
Atómica sigue bastante al pie de la letra la trama de la novela gráfica (salvo unos pequeños cambios), pero la principal diferencia es en su tono. La película está llena de escenas de acción, tiroteos, combate cuerpo a cuerpo y hasta una persecución. Todo realizado con coreografías prolijas y creíbles, tomas largas y hasta un (falso) plano secuencia de casi 10 minutos. Las peleas se sienten reales, con Charlize peleando “como una chica” en el mejor sentido de la expresión (usando codos y patadas, haciendo armas de objetos que la rodean, golpeando puntos estratégicos del cuerpo y utilizando su agilidad para contrarrestar la fuerza física de sus atacantes).
La actriz protagonista ya demostró en Mad Max: Fury Road (2015) que se siente cómoda a la hora de interpretar heroínas de acción y con Atómica se consagra. Lorraine es inteligente, fría, calculadora. Por momentos parece frágil al caminar con gracia al interior de un restaurant con un vestido que quita el aliento y su mirada seductora, pero de un segundo a otro explota en un torbellino de piñas y patadas, bajando a todos los enemigos que se crucen en su camino hasta terminar con su rostro hecho una pulpa de tonos rojos y violetas. Charlize se entrega con todo al papel y eso se nota en la pantalla (de hecho, filmando las escenas de acción sufrió hematomas en las costillas, una lesión en la rodilla y se le partieron dos dientes).
Otro punto a favor de la película es su estética, tanto visual como sonora. Ambientada en 1989, el soundtrack tiene varios hits de enormes artistas (algunos reversionados) del calibre de David Bowie, George Michael, New Order, Nena, Falco, A Flock of Seagulls y The Clash. Por otro lado, la estética ochentosa está muy bien recreada en las convulsionadas calles de Berlín, la ropa, los peinados y las luces de neón que inundan los boliches.
Donde Atómica flaquea es en su aspecto narrativo. En varios momentos la historia corta de la misión de Lorraine al interrogatorio y el ritmo de la película se siente un poco desbalanceado, cada vez que el film agarra velocidad con la acción, de pronto clava el freno de mano y volvemos a la charla. Tampoco se aprovecha demasiado el contexto histórico, toda la agitación política y social de una Berlín a punto de estallar y el muro pronto a caerse lo vemos mediante flashes informativos de tv que aparecen cada tanto.
El elenco secundario acompaña muy bien a la protagonista sin opacarla. James McAvoy se destaca en su rol de espía mujeriego y alcohólico que conoce como nadie las calles de Berlín y Sofia Boutella suma su encanto en el papel de Delphine, una espía francesa interesada en Lorraine y su misión.