Rubia debilidad
Con la deliciosa Cat People de fondo y junto a los títulos principales escritos con aerosol en un ferviente fucsia, se abre paso por las calles de Berlín la agente secreta que Charlize Theron encarna con todo el sex appeal que las mejores propagandas de fragancias solo aspirarían a igualar. Es imposible en ese momento no engancharse con el cocktail explosivo que propone Atómica: un autentico pastiche videoclipero que toma la estética del brit pop de finales de los 80 (suenan a lo largo del film íconos de la época como Depeche Mode y New Order) y los mezcla con una trama de espionaje posguerra fría propio de John Le Carré y escenas de acción coreografiadas por el mismo equipo que nos trajo esa gloria llamada John Wick. Sumado a la presencia fulminante de Theron, que después de Mad Max está llamada a convertirse en emblema femenino del cine de acción actual, y un James Mc Avoy en plan de compinche gracioso, estamos más que dispuestos a entrar en este universo comiquero cool que nos ofrece la película. Pero la suma no hace al todo y Atómica, que prometía convertirse en el gran espectáculo de acción clase B del 2017, decide en su tercer acto dársela de inteligente acumulando giros de guion inverosímiles con dobles y hasta triples traiciones entre espías que agobian y mucho.
Afortunadamente, tantos giros y sobreexplicaciones quedan disminuidos por el carisma infinito de su protagonista. Ya sea en sus combates mano a mano contra docenas de contrincantes (uno en plano secuencia en unas escaleras es de antología) o mostrando su sensual cuerpo desnudo lleno de moretones, Atómica es el show de Charlize Theron devorándose la pantalla con sus ojos penetrantes, aunque no exentos de cierta fragilidad. Fotografiada como si fuera una criatura de Brian De Palma y sumergida en un baño de luces frías de neón, su Lorraine Broughton se pone la película al hombro y nos hace perdonarle al film sus baches narrativos. Theron hace crecer Atómica y logra crear una nueva heroína del cine de espías. Cuidate las espaldas Jason Bourne.