Durante los últimos años, y salvo honrosas excepciones, el Cine de Acción se ha vuelto un despliegue de deportes extremos con más ganas de impresionar que de avanzar una trama. La emoción es crucial pero no es lo único. Hay que saber encontrar un balance.
Con la excusa de “Es una de acción, no hace falta que tenga un guion tan profundo”, propuestas como esta se han ido tristemente a los extremos. Algunos abogaron con demasiada fuerza por el verosímil, trayendo como resultado películas veraces pero aburridas, y otros abusaron de la piedad del espectador hacia inverosimilitudes tolerables, que creen que esa cortesía se la extenderán a los agujeros narrativos que pueda tener la historia.
La clave es tomarse en serio, pero no tan en serio. Ser autoconciente, pero tampoco al extremo de expresar que no te importa mantener coherencia alguna. Atómica, para fortuna del espectador, puede ver dicho balance y lo aplica.
Se dice A-tó-mica:
Es 1989, y Lorraine Broughton, agente de la Inteligencia Británica, es enviada a Berlín en vísperas de la caída del Muro con tres objetivos: asegurar el salvataje de un informante alemán, recuperar una lista que puede comprometer varios operativos, y develar la identidad de un agente doble que ha asesinado a otro miembro de la agencia. Todo esto mientras evita los ataques de un agente de la KGB que también desea esa lista, y un compañero de la agencia en quien no confía plenamente.
Atómica tiene un guion sencillo, sin vueltas y al punto, que adhiere a una forma de narración que se veía más en el cine de acción de los 80 y 90, detalle particularmente notorio en la actitud irónica y reacia de sus protagonistas. Las escenas de acción están bien posicionadas y suscitan el interés del espectador en lo que está ocurriendo. Cuenta con sus giros –inesperados y previsibles por igual– pero también tiene la inteligencia de dejar pistas para que el espectador sume dos y dos en su cabeza. Cabe aclarar que goza de una protagonista que es coherente con sus actos: se le dice que no confíe en nadie y sigue fielmente esa doctrina, mientras que las pocas veces donde se descuida lo paga caro. Causas y consecuencias que consiguen movilizar la trama para adelante.
Si Atómica tiene un defecto que achacársele es que prolonga demasiado su estadía en pantalla, particularmente en dos momentos: un plano secuencia deliciosamente coreografiado que tiene lugar a lo largo de varios pisos de escaleras, pero que cuando elige extenderlo para incluir una persecución automovilística es donde la proeza se convierte en alarde; no lo necesitaba. El segundo momento es su estirado desenlace, aun cuando aporta un giro inesperado a la trama y nos da una última escena de acción para cerrar la película en una nota alta.
Atómica es una película que sabe utilizar el color para crear un atmósfera. Valiéndose de los rojos, azules y verdes, en todas sus variantes y con una fuerte presencia del neón. Es una película que no agita sus encuadres ni corta picado y a lo pavote. Las escenas de acción se hacen en pocos planos, sostenidos y fijos, para apreciar el esfuerzo físico, la fluidez y la eficacia tanto en las escenas de pelea como en las de tiroteos. Es una propuesta que entiende que para poder sentir la adrenalina primero se la debe apreciar, como si de un cuadro se tratara.
Desde luego cabe aclarar que la platea melómana se deleitará con la banda de sonido que, como se podrán imaginar, tiene un amplio repertorio de música de los 80, con natural énfasis en los grupos alemanes de aquella época.
En el apartado actoral, Charlize Theron se ratifica como toda una estrella del cine de acción. La actitud, desprejuicio, destreza física, parquedad e ironía que le imprime a su personaje, son una de las grandes razones por las que la película llega a tan buen puerto. James McAvoy prueba ser un digno acompañamiento, mientras que Toby Jones y John Goodman son creíbles figuras de autoridad. Sofia Boutella es apropiada, pero no mucho más.
Conclusión:
Atómica es una película que tiene claro su propósito de entretener y lo cumple a cada paso del camino. Tiene el guion justo y necesario para funcionar, es rica visualmente, tiene una protagonista carismática y, lo más importante de todo, no aburre en ningún momento. Un intensamente entretenido paseo al que vale la pena darle una oportunidad.