Un jueves con dos grandes películas
No es habitual que en una misma semana se estrenen dos películas definitorias a la hora de hablar del cine del año. Este 21 de octubre ofrece dos títulos (que pueden conformar un muy placentero doble programa) altamente recomendables.
Si hacen el doble programa empiecen por Red social (The Social Network o, más popularmente, “la película de Facebook”). Sí, Red Social es eso: la película sobre la creación de Facebook, no sobre cómo es Facebook (aunque sí se pueden apreciar algunos de los motores básicos del éxito de esa red). Y sobre los litigios legales en torno a la idea y la propiedad del sitio. A priori, este tema no parecía “lo más cinematográfico del mundo” para alguna gente. Ahora bien, esto de considerar que hay asuntos cinematográficos y otros que no lo son nunca me convenció demasiado. Como sentencia en El lenguaje del cine V. F. Perkins, “el qué es el cómo”. Es decir, lo que importa es cómo se muestra eso que se muestra, cómo se concreta en cine. Ya Horacio Quiroga lo sabía en la década del 10 del siglo pasado: el cine puede tratar todos los temas. Sí, es cierto que la creación y los conflictos legales alrededor de Facebook parece “menos cinematográfico” que la historia de un asesino a sueldo en retirada. Pero de vuelta, el qué es el cómo. Y ahí tienen la catástrofe esta protagonizada por George Clooney, El ocaso de un asesino. Y tienen el brillo endiablado de Red Social, que combina diálogos cortantes y ultra veloces dichos por personajes geniales. Personajes geniales: mezquinos estudiantes de Harvard con sus reglas de mundo paralelo, desde los de clase alta pero alta alta hasta el geniecillo más –pongámosle–, pobre. Ese geniecillo es el protagonista: Mark Zuckerberg, levemente inadaptado para las reglas sociales, extraordinariamente dotado para la informática y, lo más importante para que la película funcione, alguien que no para de lanzar disparos verbales hirientes, dañinos, astutos, letales, los dichos de alguien que se sabe superior al resto en un aspecto pero inferior y temeroso en otros. El guionista es Aaron Sorkin, alguien evidentemente obsesionado con el poder y en particular por el poder de los diálogos: Cuestión de honor (A Few Good Men), Mi querido presidente (The American President), Juego de poder (Charlie Wilson’s War), películas de diálogos como dardos (también fue el guionista de la serie The West Wing). El director de Red social es David Fincher, es decir, el desconcertante responsable de la perturbadora Seven, la polémica El club de la pelea, la excelente Zodíaco, y la tan-inexplicablemente-mala-que-me-debo-estar-perdiendo-algo El curioso caso de Benjamin Button. Red Social podría pensarse, en algún aspecto, como El ciudadano de estos tiempos: una película que define una época, o más bien una manera de ser de una época, desde las tribulaciones de uno de los protagonistas del poder. En este caso, uno de los poderes más omnipresentes y a la vez menos conocidos, el que define, por ejemplo, que esta crítica llegue a más gente, porque la voy a linkear en Facebook.
Luego de ver Red social, llena de diálogos y de acción verbal, pueden seguir por la otra muy buena película de la semana, la más silenciosa y de mucho mayor acción física Atracción peligrosa, es decir, The Town. Ya hablamos de títulos idiotas, y ya se dijo en todos lados, pero es necesario decirlo otra vez: ¡basta de usar estas palabras como atracción, obsesión, peligro, juego, honor, etc. para crear títulos de estreno en argentina, títulos olvidables, confundibles, insoportables y descerebrados! Bueno, dicho esto, pasemos a The Town, que es la segunda película como director de Ben Affleck (sobre su sorprendente debut, Desapareció una noche, escribí esta crítica en su momento en El Amante). Affleck continúa con su apuesta clasicista en la línea de Clint Eastwood. Si Gone Baby Gone era una relectura de Río místico (las dos películas estaban basadas en libros, de temática similar, del mismo autor), The Town es una suerte de Fuego contra fuego (Heat, de Michael Mann) pero de ladrones de barrio obrero (es decir, no vestidos de Armani como los ladrones de Mann) y de tono mucho más calmo, aunque la tensión sube y mucho en las sobresalientes secuencias de los asaltos. The Town es una de esas películas tersas, bien narradas, una de policías y ladrones “como las de antes”, como las que se hicieron con brillo en los setenta, como las que siguió haciendo Eastwood. Ben Affleck (sí, ese actor que participó de algunas cosas tremendamente malas y hasta dañinas como Pearl Harbor) se confirma con The Town como uno de los principales baluartes desde los que hoy resiste el clasicismo en Hollywood.