Otra mirada para el mismo objeto
Ben Affleck se consolida como un realizador muy interesante dentro del panorama del cine estadounidense.
Acabo de leer la crítica publicada en fancinema.com.ar escrita por Mex Faliero sobre The town (no pretendan que me refiera a ella como Atracción peligrosa, que es un título que parece salido de una peli de acción grasa con escenas eróticas publicitarias). Mex, que siempre se tira para abajo, ya debería empezar a creérsela de una buena vez: es un excelente crítico y este último texto es sólo una prueba más. No sólo está muy bien escrito, sino que aporta nociones, miradas, conceptos, que van mucho más allá de las reseñas que he leído hasta ahora sobre el filme. La forma en que encuentra filiaciones en la película de Affleck con Scorsese, Eastwood y Michael Mann es más que pertinente y la estructuración es sumamente precisa. Sin embargo, debo disentir con algo en particular: su concepción de que The town está muy bien contada y desarrollada, pero no más que eso, pues sólo se limita a acumular elementos ya conocidos.
Para ir cimentando y justificando este disenso, tengo que remitirme al innegable vínculo del nuevo filme Affleck con Michael Mann, con Fuego contra fuego como ejemplo prototípico, pero también con el de Kathryn Bigelow, que en Punto límite exploró tópicos similares. Ellos no dejaban de mirar con simpatía a los ladrones y criminales -en Mann esto es aún más recurrente: pensemos en Thief, Made in L.A. , Enemigos públicos-, con una visión particularmente romántica de esos grupos y/o personas al margen de la ley, con sus propios códigos enfrentados a la despiadada falta de ética y moral del contexto. Affleck toma las mismas situaciones, los mismos rasgos característicos de los personajes, los contempla sin juzgarlos, pero eso no le impide distanciarse de sus discursos, deconstruyendo sus esquemas y cómo diversos actores avalan, legitiman y se aprovechan de estas formas de vida. Lo que termina pintando es una sociedad en la que ley, la familia, la amistad, el profesionalismo, mutan en códigos barriales hipócritas que cercenan toda iniciativa individual y la chance de alcanzar una identidad propia.
Pero Affleck no se queda ahí, no sólo hace foco en las responsabilidades colectivas, sino que asimismo pone en cuestión al individuo. Hay una escena muy particular, donde el policía interpretado por Jon Hamm (que termina componiendo a un ser que por momentos es siniestro en su búsqueda de efectividad antes que de justicia) entrevista a la encarnada por Blake Lively (que no está, es necesario decirlo, del todo bien desarrollado, al igual que otros integrantes del reparto), quien, ya totalmente desesperada y desbordada por la situación, le termina preguntando “¿por qué termino siendo siempre yo la que es usada?”. El policía no contesta, y lo que queda flotando es la sensación de que a la chica la usan en buena parte porque se deja usar. The town es un filme sobre gente que usa y gente que es usada. Y también sobre un hombre que busca dejar de ser usado y manipulado, que quiere ser de una vez por todas el protagonista de su propia historia. Al igual que en Desapareció una noche, la capacidad de elección y el hacerse cargo de lo que esa preferencia implica es un factor determinante.
Es llamativo cómo The town cuestiona el romanticismo de Mann y Bigelow con una operación estética y narrativa que es también romántica: un tipo que de repente conoce a la mujer de su vida y que a partir de ahí escoge no el destino trágico que parece tener trazado, sino el huir para adelante, sin dejar de ser conciente del pasado. Es un romanticismo al cuadrado, donde se configura un escenario con características idealistas y hasta utópicas, pero que no dejan de ser posibles, incluso probables.
El filme de Affleck traslada estos dilemas a la relación de los cuerpos con el espacio. Esto se ve, por ejemplo, en las escenas de acción, resueltas en general a través de planos cortos en espacios pequeños, claustrofóbicos, con un preciso trabajo de montaje: una vez más, los protagonistas pulsionan por salir de sus respectivos encierros.
Es cierto que The town representa un descenso en comparación con Desapareció una noche (un filme casi perfecto), pero aún así consolida a Ben Affleck como un realizador muy interesante dentro del panorama del cine estadounidense, que elude el cinismo pero no la crítica constructiva, buscando nuevas alternativas. Un cineasta político, que considera viables nuevas estructuras en la sociedad.