DE ESTE LADO O DEL OTRO
El segundo film de Ben Affleck como director muestra una sólida coherencia con respecto a su primer film y lo confirma como un talentoso y a la vez complejo realizador. Los temas de esta nueva película mantienen la fuerza emocional y moral que ya había mostrado anteriormente. El título original del film es The Town, y así deberíamos llamarla siempre.
El cine es arte. Cada película es una mirada sobre el mundo, una reflexión sobre el ser humano. A partir de esto, hay tantas miradas como películas. Algunas son descuidadas, incoherentes, superficiales. Otras, por el contrario, son definidas, complejas, lúcidas y profundas. No es sólo una obligación, sino también un derecho, del espectador el preguntarse acerca de la mirada que el film transmite acerca del ser humano. Cuál es su moral, su ética, cuál es su filosofía. Hay films más personales que otros, hay films de género, hay otros que son el resultado del trabajo de muchos y hay también algunos que son inequívocamente personales y poseen un solo responsable final de esa cosmovisión que llega a los espectadores. ¿Qué sentido tiene salir de ver un film como The Town preguntándose detalles de lógica o del relato? No es lo que tenemos que ir a buscar al cine, eso es solo la cáscara, la superficie de las películas. Hay superficies más bellas o menos bellas, más fáciles y más áridas, pero en todos los casos existe una manera superficial de conectar con las películas y otra más valiosa de hacerlo. The Town–es emblemático el absurdo título local que le pusieron– es una película que muchos podrían ver como un policial, como una versión ambientada en el barrio de Fuego contra fuego. Y aunque esto puede en principio parecer así, es apenas en la superficie. Lo que verdaderamente diferencia a un film de otro es lo que dice, lo que piensa, lo que propone, lo que reflexiona. Y en ese sentido The Town es la antítesis de todos esos films que se auto venden con bombos y platillos para obtener premios. No es que sea un film de perfil bajo, pues no lo es, sino que es un film que no se la pasa señalando los temas que el espectador y/o el crítico (el crítico es un espectador) deberán debatir a la salida. Y eso, hoy por hoy, con el ritmo que llevan los medios y la ligereza con la que se vive la experiencia cinematográfica es un acto de valentía y una declaración de principios. The Townes un film personal, que se lanza de lleno a dilemas éticos y morales como pocos films lo hacen y que además está filmado como un espectáculo cinematográfico de alta calidad y buena dosis de entretenimiento.
The Town, al igual que Gone Baby Gone (Desapareció una noche, el anterior film de Affleck), es una película sobre dilemas morales. Sin embargo, a diferencia de muchos cineastas que se escudan en “dejar decidir al espectador”, acá el director dice lo que piensa y coloca a su personaje protagónico frente a decisiones que éste toma sin esquivar, y que definen finalmente la moral del film. Ben Affleck puede ser muchas cosas, pero por lo pronto es un cineasta que expone su manera de pensar, arriesgándose a la aprobación o desaprobación del espectador, pero jamás especulando con caerle bien a todos. The Town es a la vez un film sobre la lealtad y sobre los códigos, pero también sobre cómo los valores de cada uno muchas veces pasan por encima y por debajo de esos códigos. Los códigos nefastos no son aquí reivindicados ni ensalzados. Como en la película anterior de Affleck, otra obra maestra, acá el entramado moral tiene muchos matices, diferentes dilemas que enriquecen y nutren a una película ambiciosa y brillante. El film transcurre en Charlestown, un barrio dentro de Boston, un espacio donde abundan los ladrones de bancos, donde la moral interna del barrio difiere de la moral de la sociedad en su conjunto. En ese marco, por supuesto que los códigos necesariamente tienden a ser más férreos y por lo tanto más valiosos para el drama cinematográfico. No es un film sobre ladrones de bancos, es un film con ladrones de bancos, gran diferencia. Con un aura trágica dictada por el primer robo –con fallas– que se produce, presenciamos al empezar la película el comienzo del fin. Profesionales al máximo, herederos de una tradición, en este primer robo el sistema que los contiene y lo asfixia sufre una grieta que se irá ampliando a lo largo de toda el film.
Una grieta se abre entre Doug (Ben Affleck) y James (Jeremy Renner), el primero atormentado por una madre que lo abandonó y un padre preso, el segundo hundido en el resentimiento y la violencia. En ese primer robo suena una alarma para Doug, literal y metafóricamente. Y la que acciona esa alarma –literal y metafórica– es Claire (Rebecca Hall), la gerenta del banco. Aunque no le hacen daño, se la llevan con ellos por seguridad. La abandonan luego frente al río, donde le dicen que no descubra sus ojos hasta que el agua toque sus pies –en muchas culturas, un símbolo de purificación. Sin embargo Doug, imaginando que la policía iniciará una investigación, decide acercarse a ella para ver cuánto sabe. Pero ese acercamiento a un ser puro es la forma en la que Doug busca separarse de sus compañeros, diferenciarse de ellos y tomar un nuevo rumbo. Entonces este vínculo que surge entre ellos obviamente entra en frontal oposición con respecto a los códigos de lealtad del barrio y de los ladrones. Como en la película anterior de Affleck, el dilema crece, ya que aquí James podrá ser un personaje violento, pero Doug le debe la vida. Doug siente afecto por sus pares, son su gente, pero a su vez, la alarma una vez que suena despierta en él una conciencia que ya no podrá acallar. Son varios los personajes con dilemas en el film y cada uno deberá tomar una decisión límite. Todos son puestos a prueba.
The Town, como Gone Baby Gone, es un film también de fuertes ideas religiosas. La frase que le dice el padre a Doug cuando se despide de éste en la cárcel es significativa: “Nos veremos, de este lado o del otro”, luego la misma frase se repite al final, cuando Doug se la dice a Claire. En ese final queda claro que los actos tienen una consecuencia. Qué cada decisión lleva a un resultado y aunque la frase es literal en el film y se aplica a situaciones concretas, no queda esto invalidado si lo leemos como una idea de un más allá en donde nos volveremos a reunir. Y de un lado o del otro parece apuntar a una diferencia entre justos y pecadores. Por el contrario, quitándole la connotación religiosa, queda claro que en el film hay muchos espacios que dividen a las personas. Que ese lado o el otro son los caminos que se abren a partir de cada decisión y, al ser Ben Affleck un cineasta profundamente moral, no hay duda de que este es un tema capital en su aun breve pero extraordinaria filmografía.