Y por último, los hombres
A no asustarse, el peronismo está presente en este filme pero desde una visión ajena al "relato" imperante localmente. Como en otras ocasiones, vemos a nuestros actores mejor aprovechados por directores vírgenes de sus vicios, que los trabajan como arcilla nueva en sus manos.
Perón, Evita y hasta Franco utilizados apenas como excusa, recursos para situar la acción en un momento histórico, dotarla de un verosímil extra al hecho real en el que se basa la historia.
El general está exiliado en Panamá luego de ser derrocado por la autodenominada "revolución libertadora", el dinero no sobra y hay que solventar sus gastos. Uno de los pocos que integran la comitiva que acompañan a Perón es Landa (Daniel Fanego), fiel "compañero" a quien se le ocurre una idea: empeñar las joyas de Eva Perón en Madrid.
Lo que sería un simple trámite, obviamente se complica. La esposa del general Franco, dictador que gobernaba España en aquellos años, visita la joyería donde están las joyas de Eva; las ve, le gustan y las pide. Landa no está dispuesto a perder las alhajas y para ello trama una operación, aparentemente, sin riesgos. Los encargados de ejecutar el plan son Merello y Miguel -Francella y Cabré, respectivamente-, el primero jefe de seguridad al servicio de Perón, un "culata", y el segundo, un joven recién llegado a Panamá en busca de Landa y de una nueva vida.
El filme tiene todos los elementos de un policial negro, género en el que la fotografía -en este caso a cargo del español David Omedes- adquiere una especial preponderancia, crear climas y tallar los rostros de los actores, en especial el de Fanego, dotando de mayor dramatismo al relato.
En cuanto a las actuaciones, a Guillermo Francella se lo nota bien dirigido, controlado, dosificando su histrionismo, trabajando el gesto mínimo, aplomado. Daniel Fanego ofrece uno de los mejores trabajos que le hemos visto. Introspectivo, sin fisuras, hace de Landa un ser contenido, frío en apariencia, pleno de matices. El director supo aprovechar su rostro, lleno de surcos, ideal, más que atractivo para la cámara. La chica, siempre hay una chica en este tipo de películas, es Teresa, encarnada por la española Amaia Salamanca, quien luce segura y ofrece ductilidad en su interpretación. En cuanto a Nicolás Cabré diremos que su personaje es el que aporta algo de humor a la trama, demuestra que lejos de sus manierismos televisivos es capaz de brindar una actuación realista y creíble, aunque su rol no parezca del todo definido. Junto a Francella forma una buena pareja-despareja. En roles secundarios se destacan los españoles Óscar Jaenada y Jordi Martínez, como la dupla de policías encargados de investigar el robo.
El catalán Eduard Cortés dirige acertadamente, con buena puesta en escena y encuadre, este filme que tiene además una excelente recreacion de época y destacable banda sonora a cargo de Federico Jusid. El director sabe con qué cuenta, y da lugar a que todos los talentos artísticos que participan del filme tengan su espacio para lucirse. Algo poco habitual, algo que es bienvenido.