Auto robo de joyas
La historia recrea un suceso real: en 1956 dos argentinos, armados con metralletas de juguete, asaltaron una joyería en la Gran Vía madrileña. El dueño los enfrentó, pero salieron corriendo con el botín. Uno de ellos fue herido y en su momento la historia causó mucho ruido. Esta comedia negra arranca desde allí y hace algunos cambios: estamos en 1955, Perón exiliado en Panamá y las joyas de Evita empeñadas en Madrid. Para recuperarlas, arman un auto robo y meten en escena a un par de argentinos, novatos y muy diferentes. Les aseguran que todo está arreglado y que no habrá problemas. Pero los hay.
E l filme funciona potenciando las diferencias entre esos dos aprendices de ladrones: Merello (un Francella siempre eficaz) es un peronista leal a Eva, y Miguel, un joven con sueños de actor (Nicolás Cabré acompaña bien) y amores pendientes. Es una buena historia, que va rotando desde el costumbrismo a la comedia de enredos para encontrar un desenlace a la altura de estos simpáticos perdedores que a pura corazonada se meten en medio de una trama que los sobrepasa y los sacrifica.
No está mal, incluso tiene partes divertidas, más que nada gracias al oficio de un Francella más contenido pero de rica gestualidad y a otra buena labor de Daniel Fanego, exacto en la piel de un dirigente cínico y sobrador. Es cierto, le falta más intensidad en el libro, en sus pincelazos humorísticos y en su negro final, pero tiene buenos secundarios (los polis españoles y el asistente de Perón están bien elegidos), una historia llevadora y la pintura sensible de este par de antihéroes que llevan la derrota dibujada en el alma.