No todo lo que brilla es oro
Hay dos problemas que arrastra Atraco, coproducción argentina-española, dirigida por Eduard Cortés, también responsable del guión junto a Marcelo Figueras y Piti Español: no acierta en el tono al quedar en una nebulosa entre el policial negro y la estereotípica comedia de pareja dispareja y en la excesiva duración para un relato que tranquilamente puede resolverse en 90 minutos.
Las actuaciones en este caso tanto de Guillermo Francella en una cabal demostración de su enorme ductilidad para cambios de registro y de Nicolás Cabré en los roles principales no son en sí mismas responsables de una falta de criterio por parte del director para decidir el rumbo de una trama, que parte de una premisa un tanto absurda y que comete el error de avanzar progresiva y cronológicamente. Francella resulta excelente para el aspecto policial y Cabré funcional a una idea más liviana y con paso de comedia, gracias a la enorme generosidad del primer actor. En un orden menos descollante, pero no por ello poco significativo, se destaca Daniel Fanego como Landa, secretario de Perón y Amaia Salamanca, suerte de interés amoroso y femme fatale.
Con una reconstrucción de época aceptable -aunque hay ciertos errores por falta de rigurosidad- la historia se remonta al año 1955 con el general Perón en el exilio; Franco en el poder de España y un insólito operativo para financiar la estadía del ex presidente argentino en Madrid: empeñar las joyas de Eva Duarte de Perón para recaudar dinero sin que el general se entere. Sin embargo, al aparecer en escena doña Carmen, esposa del generalísimo y amante de las joyas, lo que en un principio parecía funcionar debe sufrir una serie de modificaciones que llevarán a la organización de un falso robo de las joyas para evitar que doña Carmen se apropie de ellas. Los encargados de tal misión serán un viejo guarda espaldas, soldado de Perón, interpretado por Guillermo Francella, a quien acompañará un inexperto actor vocacional que azarosamente se cruzará en su camino, encarnado por Nicolás Cabré.
Atraco hubiese sido un más que interesante ejercicio de estilo Noir dado que cuenta con todos los ingredientes del género, pero malogra esta posibilidad a partir de la integración de una serie de subtramas que desvían la atención del policial hacia otros carriles que en vez de sumar, restan y eso a la larga se siente en carne propia.