John Carpenter es parte del podio del cine freak desde hace décadas. La sola mención de Halloween o The Thing debería alcanzar, aunque para sumar fundamento podría acudirse a Escape From New York o Asalto en el precinto 13. Y siguen los títulos.
Quizá por todo eso es que ver como el maestro (después del gran intermezzo que fue Cigarrete Burns, de Masters of Horrors) derrapa con un film anodino como este es incluso una experiencia peor que la de la imposible Ghost of Mars, a la que nos condenó hace una década.
Atrapada, tal su título en Argentina, es un clásico y remanido film sobre rubia-psicótica-acosada-por-fantasmas-propios. El personaje en cuestión (Amber Heard, la misma de Zombieland y Pineapple Express) la pasa mal desde el primer minuto de relato y no corta el derrotero de sufrimiento casi ni siquiera en los títulos de crédito. Y al suplicio de la fémina ayuda un grupete de niñas a la cual más insufrible, que están ahí (en el guión, en el internado en el que aparece por sorpresa nuestra heroína) para profundizar y agravar la situación general.
Los elementos con los que juega Carpenter son débiles, y el poco convencimiento que emana de cada uno de ellos se traslada a una puesta general desabrida, pobre en narrativa y tan light en estética e imagen que no parece obra del tipo que nos sacudió las vísceras bizarras con obras maestras que dejan a este título apenas como un mínimo ejercicio, casi casi un recreo pre jubilatorio.
Con onda, maestro.