Atrapada

Crítica de Martín Iparraguirre - La mirada encendida

Los modos del terror

Uno de los grandes maestros del cine norteamericano, poco reconocido como suele suceder en su propia tierra, ha vuelto a las carteleras del mundo luego de casi diez años de ausencia, con un filme que podrá ser menor dentro de su amplia cinematografía, pero que a todas luces supera la media del género en un año que además viene siendo muy pobre en lo que hace al cine de Hollywood. Hablamos de John Carpenter, para muchos uno de los mayores cineastas contemporáneos, que como afirma Leonardo D’Espósito quizás tenga la desgracia de dedicarse a un género como el terror, al que nunca se toma en serio, acaso justificadamente en los últimos años por las tristes derivaciones que ha tenido (con El juego del miedo como modelo y emblema).

Claro que, como todo gran director, Carpenter es capaz de mantener su sello contra viento y marea, aun con un guión ajeno (y música también impuesta), en un filme que vale la pena analizar detenidamente pues mantiene un diálogo muy particular, a veces contradictorio, con las películas de terror contemporáneas. Atrapada vuelve a un tema clásico del género, en un ámbito no menos transitado: la demencia y su modo de tratamiento en los hospitales psiquiátricos. Basta la secuencia de títulos inicial del filme para advertir una perspectiva crítica e histórica, habitualmente ausente en estas películas: una serie de dibujos, grabados y fotografías confeccionarán un pequeño repaso sobre las barbaridades con que la ciencia ha pretendido reprimir lo anormal (métodos que incluyen todo tipo de torturas, como si fuera una suerte de historia de la clínica filmada por Foucault). Es la década del ´60, y una hermosa joven llamada Kristen (Amber Heard) terminará en un hospital psiquiátrico luego de que, en una carrera desenfrenada, acabara incendiando una típica casa de suburbios norteamericana.

No tardará mucho en descubrir que algo anda mal allí: la mirada envilecida de los enfermeros, el comportamiento esquivo de sus compañeras del pabellón (que parecen constituir un glosario de estereotipos sobre pacientes psiquiátricos, a cada cual más hermosa además), le sugerirán un malestar instalado, la existencia de un secreto que la puede afectar. Es más, como en La Isla Siniestra, el propio hospital se convertirá en un personaje central de la película (y lúcidamente, Carpenter filmará los espacios como la manifestación física de una psiquis trastornada). Claro que Kristen sabe que no está loca, aunque no puede recordar muy bien los motivos ni las circunstancias del incendio, pero está decidida a salir del lugar, incluso si tiene que intentar un escape. Pero los problemas sobrevendrán con la aparición de una especie de espíritu fantasmal que comenzará a asesinar y a desaparecer a sus compañeras de pabellón, posiblemente en un plan vengativo, que finalmente amenazará a Kristen, a quien los médicos no le creerán nada.

Formalmente refinada, y sutilmente contestataria, Atrapada parece recurrir por momentos a los típicos mecanismos de conmoción del cine de terror contemporáneo: golpes de efecto de sonidos o apariciones sorpresivas en el cuadro (con la ambientación sonora y visual respectiva) constituyen herramientas un tanto gastadas, acaso indignas de un director como Carpenter. Como así también ciertos asesinatos que parecen remitir a la cultura sadomasoquista instalada por El juego del miedo, aunque no hay que engañarse pues pronto se empezará a descubrir que no se trata precisamente de un homenaje, sino más bien de una crítica. Y es que Atrapada mantiene una relación compleja, llamémosle dialéctica, con el género contemporáneo, que a veces parece imitar sus fórmulas aunque en realidad las termina impugnando: por un lado, Carpenter no dejará lugar para supersticiones new age; por el otro, terminará apostando a un tipo de terror absolutamente diferente, de aliento clásico, que apunta a lo más íntimo de la especie humana y que tiene poco que ver con los golpes de efecto y el sadomasoquismo en boga. Posiblemente, Carpenter esté intentando reflexionar además sobre los modos que se han instalado en el cine de terror contemporáneo, en una película que parecía no pretender ser más que un entretenimiento pasajero, y que terminará pensando al cine e incluso también a la historia oscura de la psiquiatría.