«Avalancha: Desastre en la montaña» es un drama de supervivencia con mezcla de aventuras que posee varios excesos que podemos atribuirles a los tanques hollywoodenses. Por un lado, se muestra como una película sumamente nacionalista y patriótica que quiere sacar a relucir a China como una potencia (en este caso en el marco del alpinismo) la cual fue ninguneada por el mundo occidental luego de alcanzar la cima del Everest por primera vez, pero sin haber presentado pruebas fotográficas suficientes, aunque sí evidencias físicas de la cumbre. Por otro lado, si bien el largometraje está basado en hechos reales posee escenas grandilocuentes y ampulosas que no tienen nada que envidiarle al cine norteamericano pochoclero y que por momentos pueden rozar lo inverosímil.
Asimismo, el relato presenta una subtrama romántica que le aporta una cuota de melodrama al asunto y que hacen que por momentos el film resulte un poco predecible. Igualmente, podemos disfrutar algunos de sus pasajes y dejar de lado los vicios enumerados, gracias a unos personajes queribles con objetivos bien establecidos y psicologías bien definidas.
La historia comienza en 1960 cuando los miembros de la Asociación China de Alpinismo se embarcan en la peligrosa misión de escalar el Everest. Tras un camino lleno de obstáculos y adversidades logran hacer cumbre, pero pierden la cámara de fotos con la evidencia visual de su hazaña. No obstante, tenían pruebas de fósiles encontrados en la cima, pero igualmente vuelven y no obtienen el reconocimiento ni de Europa ni de América. Estos individuos continúan con sus vidas bajo la sombra de la desconfianza gratuita incluso de sus propios compatriotas. Tras una década de vivir con la vergüenza y la desdicha son los responsables de encarar una nueva expedición que busque reivindicar a la nación y sus propios nombres.
«Avalancha: Desastre en la montaña» probablemente sea un film que vimos infinidad de veces, donde se retrata la superación, la ambición y la búsqueda de redención, incluso en 2015 tuvimos una película norteamericana titulada «Everest», que también estaba basada en hechos reales y que buscaba plasmar los peligros naturales de la montaña más alta del mundo. La obra de Daniel Lee se siente como un poco extensa y redundante cuando retratan los diversos ascensos y los infortunios de los involucrados, pero esto a su vez, hace que la película se centre más en sus personajes, lo cual por otro lado le juega a favor. Es por ello que el film no resulta ser ni un desastre absoluto ni una gran película, quedándose de alguna forma en un punto intermedio.