Una aventura épica
Corría el año 1997, y el señor James Cameron ya estaba pensando en su próxima película, en vistas de estrenarla en 1999. Después de haber regresado a la vida al gigantesco Titanic, quería llevar todo a un nivel mayor todavía: crear un nuevo mundo. Se puso a hacer números y se dió cuenta que iba a necesitar unos 400 millones de dólares aproximadamente para poder hacer lo que quería, algo 100% imposible e irrisorio (al menos hace 13 años) así que decidió esperar. Pasaron los años, y se estrenó una película en la cual cobraba vida un personaje totalmente de fantasía con un nivel de detalle y realismo nunca antes visto: Gollum en “El Señor de los Anillos”. Al ver esto el hombre dijo “Joya, ya puedo empezar a darle forma a mi idea”, y comenzó, en el 2007, 10 años después de haber concebido su historia, a desarrollar “Avatar”, su producción más ambiciosa hasta el momento, donde se dispone a crear un nuevo mundo. Colgate la máscara de oxígeno y acompañanos a internarnos en este universo inexplorado… hasta ahora.
You are not in Kansas anymore
Jake Sully es un ex-marine que, debido a una lesión de batalla, quedó cuadripléjico. En esas épocas (año 2154) es posible reconstruir y curar casi cualquier problema físico, pero requiere de mucho dinero y el seguro social para ex-soldados no lo abarca, por supuesto. Es por esto que, cuando le llega la posibilidad de cubrir el puesto que tenía su hermano (antes de morir) en el proyecto “Avatar”, decide mandarse sin pensarlo mucho. Es así como llega a Pandora, un satélite que posee una característica muy preciada para la corporación RDA (sus empleadores): Unobtainium, un mineral que se vende a 20 millones de dólares el kilo en nuestro planeta. Para lograr obtenerlo, esta compañía emplea dos frentes: El diplomático, por medio de un grupo de científicos que desarrollaron el programa en el que Jake Sully es partícipe, que consiste en la creación de réplicas orgánicas de los habitantes de este planeta (los Na’vi, unos seres azules muy fuertes de 3 metros de altura) llamadas Avatar, que son controladas a distancia mediante un linkeo cerebral por los humanos y posibilitan una oportunidad para relacionarse con los nativos. ¿La otra opción? La fuerza, a través del General Quaritch y su grupo de mercenarios. Esto plantea una dicotomía para Jake. ¿Sigue las indicaciones del general, quien le promete devolverle sus piernas si le pasa información que lo ayude a derrotar a los Na’vi? ¿O juega a favor de la opción pacífica, comprendiendo y defendiendo los intereses de los nativos?
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"Vaaaamoooo' lo piiiibeeeeeeee'!!!"
Como muchos ya habrán pensado al leer esta intro, la historia que se plantea en la película posee mucha reminiscencia a la invasión de los colonos europeos en busca de oro en América, que tuvieron como resultado la aniquilación de colonias indígenas enteras. Pero, al estar trasladada la acción a otro mundo, la referencia cobra un sentido un tanto diferente, ya que nosotros (como espectadores) pasamos a ser parte del invasor, nos introducimos en este nuevo mundo sin conocer sus reglas y sus características, sintiéndolo como un lugar inhóspito, y vamos aprendiendo sobre él de la mano de Jake y sus distintas incursiones entre los nativos. Algo que, en Pocahontas (la referencia más directa de esta historia, que todo el mundo se encargó de remarcar) ya se da por sentado desde su comienzo.
Esta pequeña característica, por más diminuta que parezca, es la dota a esta producción de su caracter único, ya que definitivamente este nuevo mundo es el total protagonista de la historia, incluso por encima de los avances tecnológicos, por encima de los increíbles mechas (cuyo diseño es una directa referencia a “Aliens”), las naves y los helicópteros. Desde el arranque nos vemos transportados a este nuevo entorno, que Cameron nos va introduciendo poco a poco. Conocemos su sistema biológico, su coherencia estructural, su fauna, flora, la forma en que sus habitantes se relacionan con él y conviven diariamente. Toda esta construcción (producto de todos los diseñadores y artistas que metieron mano seguramente, además del propio Cameron) es maravillosa, no solo por su magnitud, sino también por su coherencia. Nada resulta descolgado, nada parece falso o artificial. Todo se ve tan natural que al final de la película se siente como si la historia hubiera transcurrido en algún lugar de la tierra que podríamos visitar en nuestras vacaciones. Solo por ser testigos de esta creación ya vale la pena la película.
El nuevo integrante de la Selección Nacional de Basquet
El nuevo integrante de la Selección Nacional de Basquet
Encuentros cercanos del tercer tipo
Hay varias cosas en las que hace incapié la película, algunas con resultados más felices que otras. Lo que a mí me pareció mejor resuelto (y lo más logrado) es lo referente al choque de dos culturas. Este punto en especial se ve potenciado por lo que decía en un comienzo: nosotros tampoco conocemos la cultura Na’vi, por lo tanto lo vamos descubriendo junto con los protagonistas. Es lógico que en este tipo de películas siempre se busque colocar al espectador del lado de los indígenas, pero en este caso en particular esto se logra de una forma progresiva y natural, no forzada como suele suceder, a través de largas escenas donde vamos descubriendo la idiosincrasia de su sociedad, como se conectan con la naturaleza y de qué forma ven el mundo que los rodea los nativos. Así, a medida que el mismo protagonista va cambiando su forma de pensar, también lo hacemos nosotros, y vamos tomando partido con conocimiento de causa, con verdaderas razones.
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Incluso a pesar de lo estereotipados que son los personajes, que es donde radica uno de los puntos más flojos. Ninguno presenta una faceta más de lo que se ve a simple vista. El General Quaritch es malo porque es malo, el dueño de la compañía es avaro porque sí, los mercenarios son todos sanguinarios y repulsivos, los científicos son todos amantes de la paz y de la naturaleza, y así podría seguir. Esto podría hacer peligrar el disfrute del film, si no fuera porque allí están los Na’Vi para sacar las papas del fuego. Si bien estos también cumplen papeles estereotipados (el jefe de la tribu sabio, su hija que es quien termina conociendo al protagonista, la futura pareja de la muchacha que le tiene bronca al extranjero, etc) el hecho de aportar nuevos puntos de vista en cuanto al mundo y a su forma de vivir, los dota de una particularidad especial, que se acentúa todavía más en comparación con los personajes humanos quienes, en su obviedad, terminan ayudando a que nos resulte mucho más interesante este nuevo mundo que los Na’Vi nos están presentando.
Obviamente, la historia tampoco se salva. Desde el comienzo de la película ya se puede describir todo lo que va a suceder, quienes van a vivir, quienes van a morir, de qué forma van a morir, etc, etc. La historia base es completamente predecible, y no vamos a encontrar ninguna especie de “giro revelador” ni nada por el estilo. A medida que se van presentado distintas situaciones ya sabemos que en algún momento de la película van a tener algo de peso, quienes van a intervenir y de qué manera. Pero, con esto en mente, me pregunto lo siguiente: ¿Funcionaría de la misma manera el film si tuviera una historia repleta de retórica, simbología poco clara y con personajes que presenten distintos niveles de lectura? Tenemos tanto que asimilar, tanto que conocer y que racionalizar en cuanto al mundo de Pandora, que si a esto se le sumara un guión tremendamente enrevesado, la película terminaría haciendo agua por todos lados, sin lograr meternos en la historia ni tampoco en el mundo en el que tiene lugar. Y definitivamente esto termina garpando al final del film.
Cameron y el laboratorio científico en Pandora
Cameron y el laboratorio científico en Pandora
Épica por donde se la mire
Me imagino lo que muchos estarán pensando; una película con un gran despliegue visual pero con un guión básico y predecible es una buena forma de describir a boñigas como 2012 o Transformers 2, que acá hemos vapuleado en repetidas ocasiones. ¿Por qué este caso debería ser diferente? Dos palabras: James Cameron. La forma en que este señor nos cuenta esta historia, nos muestra su mundo y nos lleva a lo largo de las más de dos horas y media de película es de una maestría impresionante. Este director en general suele tener guiones dentro de todo flojos, pero la tiene tan clara al momento de elegir que decir y que no, que mostrar y como mostrarlo, como manejar los ritmos, que la película se te pasa en un segundo. Hay escenas en las que tenemos a los Na’Vi, los soldados, los mechas, aviones, naves y aves gigantescas, todas luchando entre sí y sin embargo toda la acción es clara, a todo momento sabemos donde estamos parados y donde se encuentran ubicados los protagonistas. En cambio, a tipos como Michael Bay se les complica con 4 robots, algo que termina siendo una mezcla de hierros y óxido imposible de distinguir.
Cameron logra deslumbrar a cada minuto que transcurre, no solo por el increíble despliegue visual que genera, sino por su habilidad para guiarnos dentro de este mundo. Queda en evidencia que es uno de los más grandes narradores que hay en la industria cinematográfica norteamericana, dando vida a un relato que no tiene un segundo de aburrido, ni una pizca de artificialidad, que invita a que creamos en todo lo que nos dice y que, por dos horas y media, volvamos a ser chicos y nos maravillemos con esta gran creación.