En el siglo XXII, una poderosa corporación multinacional coloniza el tóxico planeta de Pandora para extraer un mineral que pondría fin a la crisis energética de la tierra. Los marcianos son azules, muy altos y difíciles de matar por lo que los humanos deciden mezclar ADN alien con el de un marine y enviar al clon resultante, el susodicho Avatar, en una misión suicida. Enervantemente naif y con un speech grandilocuente y pretendidamente profundo, la acción y grossos FXs, dignos de James Cameron, no la salvan de ser un magnífico bodriazo. O sea, solo para fans.