Avatar, la última gran aventura de Cameron
Un film entretenido, lleno de efectos especiales.
La promoción de Avatar insiste y promete que éste es el film que cambiará para siempre el modo en que vemos y disfrutamos del cine. Una enorme expectativa que la película, mal que le pese a su director, James Cameron, no cumple.
Avatar es muchas cosas, muchas buenas y hasta muy buenas también, pero ciertamente no revolucionará el cine. Al menos no más de lo que lo hicieron en su momento El abismo , Terminator y hasta Titanic, por citar algunas de las mejores y más exitosas películas del director. Todos films que, como éste, pretenden impartir una lección sobre el uso irresponsable de la tecnología y las terribles consecuencias que podría enfrentar la humanidad -y la ecología- si se entusiasma con lo que es capaz de hacer y deja de pensar en si debería hacerlo. Y todo utilizando los más nuevos e impresionantes efectos especiales que las computadoras supieran conseguir. El de Cameron siempre fue y sigue siendo un cine de mensajes contradictorios y algo superficiales, y sin embargo extremadamente entretenido. Avatar no es la excepción, sino parte de esa regla, de ese estilo, que incluye, sobre todo, imágenes impresionantes, sorprendentes y, algunas veces, como es el caso, bellas en extremo.
El director -fiel a su fama de megalómano, también se ocupó del guión y la edición- creó Pandora, un planeta que en el año 2154 está al borde de ser colonizado por inescrupulosos humanos en busca de un mineral que transformará el lugar de paraíso espiritual a infierno industrial. Con vegetación, paisajes y unos nativos más que exuberantes ?montañas flotantes, pterodáctilos de colores y árboles luminiscentes?, este nuevo mundo es materia ideal para el uso del 3D.
Y, a diferencia del resto de las películas que utilizan la técnica sólo para impresionar al espectador como si se tratara del truco de un ilusionista, en Avatar funciona como un puente tendido para acercar lo que se ve en la pantalla a las butacas de la sala de cine. Lo que Cameron no logra con el guión algo previsible y unos diálogos que por momentos parecen dictados por Greenpeace lo consigue con sus imágenes, que incluyen a los Na?vi, habitantes originarios del mundo Pandora. Los gigantes azules de rasgos felinos, largas colas y cabello trenzado con unas prácticas terminaciones nerviosas en las puntas fueron diseñados con una tecnología similar al film de animación digital Los fantasmas de Scrooge. Claro que los personajes de Avatar están tan lejos ?y por encima? de los de la película de Disney protagonizada por Jim Carrey como la Londres victoriana del espacio exterior.
Amor azul
La historia que cuenta esta película de ciencia ficción comienza con la llegada de un grupo de mercenarios a la base humana en Pandora. Allí, una corporación prepara la definitiva conquista del suelo y de los habitantes del planeta, que aprendieron a desconfiar de los pequeños pero destructivos hombres. Así, para lograr que se rindan sin pelear, un grupo de científicos se acercarán a ellos transformados en versiones Na?vi de sí mismos creadas en un laboratorio.
Entre los exploradores estará Jake Scully (Sam Worthington), un ex militar parapléjico que reemplazará en la misión a su fallecido hermano gemelo, un científico listo para integrar el equipo de la doctora Grace Augustine, experta y admiradora del nuevo planeta. Interpretada por Sigourney Weaver, la heroína de la saga Alien (cuya segunda entrega dirigió Cameron), Augustine se suma a la lista de mujeres poderosas, sensatas y sabias que el director suele poner al frente de sus relatos y de sus protagonistas masculinos. Y no es la única en Avatar. Para dar lugar al romance que sus films siempre incluyen aparece Neytiri, una suerte de princesa Na?vi, que será la encargada de enseñarle a Jake los usos y costumbres de los suyos.
Con la voz y muchos de los rasgos de la actriz Zoe Saldana (Viaje a las estrellas), a este personaje le tocará transmitir las premisas new age que son el costado más flaco de la película, aunque lo hará desde el lugar de poder que antes ocuparon la Sarah Connor de Terminator, la teniente Ripley de Alien y el personaje central femenino de El abismo.
Entretenimiento puro
Si bien el director parece tener una habilidad especial para escribir mujeres creíbles y a veces más profundas que las tramas que protagonizan, no parece suceder lo mismo con sus contrapartes masculinas. El personaje de Scully, interpretado con solidez por Worthington, no logra mucho más que cumplir con el estereotipo del converso, mientras que al villano de la historia no le va mejor. El coronel Miles Quaritch (Stephen Lang) es un militar irracional, casi demente, cuyo único objetivo es destruir al enemigo con todas las armas a su disposición, sin aceptar más grises en su razonamiento que el de las bombas que está ansioso por lanzar.
Sin contar con un guión especialmente original ni sutil en sus intenciones, Avatar es, de todos modos, un espectáculo cinematográfico alucinante, un viaje a un mundo que al final de las entretenidas más de dos horas y media de metraje al espectador le costará dejar atrás.