Dolorosa historia sobre las ruinas de un país y un amor
Alemania. Recién terminó la Guerra. Las ciudades y la gente luchan por reconstruirse. Nelly vuelve de Auschwitz con el rostro desfigurado. Y le pide al cirujano plástico que se lo rehaga. Quiere encontrar a Johnny, su marido. Su búsqueda, su ruego y su calvario es una dolorida alegoría sobre la Alemania de entonces, también desfigurada y llena de escombros.
Magnifica historia sobre el odio, la venganza, la reinvención del amor, la resbaladiza identidad y la culpa. Nos habla de la conciencia de un país desde el relato íntimo de este nuevo ser que se hace llamar Esther. Quiere encontrar a Johnny, su amor, pero la vida le tiene reservada una sorpresa: como él la ve parecida a su ex, le pide a la falsa Esther que ella ocupe el lugar de Nelly para poder hacerse de una herencia. Ignora que Esther es Nelly, que vuelve en busca de un amor que la fue desfigurando por dentro. El juego de los dobles es magnífico. Nelly solo podrá recuperar a Johnny si juega a ser otra. ¿Se entiende? Y Johnny sólo le hará un lugar a su falso amor a través de esta falsa copia. Historia honda y llena de resonancias sobre las ruinas de una ciudad y de un amor. Nelly necesita saber quién es desde la mirada de los demás. Y el sobrecogedor final pondrá las cosas en lugar: recién allí Nelly asumirá su pasado y empezará a dejar atrás los fantasmas.
El film atrapa cuando reflexiona sobre estos asuntos, pero es menos convincente cuando retrata escenas colectivas (en el cabaret, el reencuentro en la estación). Su historia es potente y más allá de algunas reiteraciones demuestra fuerza trágica y enorme poder alegórico. El film comienza con un soldado que no quiere ver esa cara desfigurada. Y termina con un marido que tampoco quiere ver a la verdadera Nelly. Por encima de ocultamientos y negaciones se asoma la historia de una mujer y un país que muestran en carne viva las marcas de la pólvora y el olvido.