El director Christian Petzold y su actriz fetiche, la enorme Nina Hoss, realizaron una gran película. La anécdota es mínima: una mujer que regresa, golpeada, con el rostro deformado, de un campo de concentración. Tiene una sola obsesión, reencontrarse con su marido, por más que su amiga le asegura que él la denunció. Lo encuentra y la desconoce y por ambición le propone un engaño. Allí comienza un juego de misterio, tensión, con todas las reacciones posibles abiertas, entre el deseo y la verdad, que en algún momento debe aparecer. Con un final inolvidable. Delicada, compleja, sorprendente.