El desamor en los tiempos de postguerra
El nuevo film de Christian Petzold, que tiene como co-guionista al reciente fallecido documentalista alemán Harun Farocki, trata sobre una mujer artista que es capturada en la Alemania nazi por su descendencia judía y llevada a los campos de concentración en Auschwitz. Tras lograr escapar al finalizar la guerra, vuelve a su pueblo a reencontrarse con su esposo, a quien busca desesperadamente hasta dar con su paradero. Pero con la mala suerte que él no la reconoce, pues tras el horror y la cirugía sus facciones se modificaron, también sus actitudes, pues él está convencido que murió en el campo de concentración.
Desde allí se aventura en un proceso de recobrar su vida y con ella, su marido y su pasado, pero encuentra que en el presenta actual los sucesos cambiaron.
Es increíble cómo las vertientes de los films sobre guerras, o situaciones extremas alimentan las posibilidades de brindar dramas sobre la personalidad e identidad. Quizás un tema recurrente en la cinematografía sea cómo los horrores alteran los estados de las personas, despojándolos de su ser. En este caso, el director juega con la idea de un pasado remoto que trata de volver forzado, de una situación, de pareja o familia que se ve fracturada por la ausencia de uno de ellos.
Pero la vuelta, la irresolución esperanzadora de una nueva posibilidad, brinda en este caso los matices para acontecer una nueva vida. O revivir la misma, con el peso de sostener la negación de esa realidad de lo sucedido. En este drama psicológico el intrincado camino mental que realiza el personaje de Nelly para desistir las pulsiones que harían gritar a los cuatro vientos su verdadera identidad está en tensión con la frialdad del personaje de Johnny, su marido que la desconoce. Y esos aspectos son lo mejor logrado del film, y en donde la película cobra una gran riqueza intelectual, como hace nutrir a la narración el hecho de saber o no saber, esperar, jugar el nuevo personaje, dejar pasar un poco para que esa sensación cobre más fuerza, confiar, creer, y nuevamente esperar, para descubrir un poco mas los verdaderos sentimientos.
El juego del personaje, los espacios de tiempo que le da, la calidez y sumisión que asume para entrar en él, ponen en evidencia una realidad compleja de asumir, que es el daño psíquico que sufren las personas en estados de encierros y esclavitud, como lo eran los campos de concentración. En conclusión, una interesante mirada, un poco más intimista y centrada en una historia en particular, acerca de los horrores y desgracias que deja una guerra que parece nunca haber terminado.