La pérdida de identidad y la muerte en vida que supone haber sobrevivido a una tragedia como lo fue el Holocausto, pasa a un plano completamente literal cuando, tras una cirugía facial para recuperar su antiguo rostro, Nelly se encuentra con que su marido ya no le reconoce. Entra así en escena el principal tema de la película: la negación, que dice presente por partida doble a través de sus dos personajes principales. Por un lado está el hombre que se rehusa a pensar que pudo haber traicionado a su esposa, y por el otro la mujer que rechaza aceptar que ya no podrá vivir la misma vida que tenía antes. Es esta relación de negaciones cruzadas la que hace tan atrapante la historia de estos dos seres que contínuamente se desencuentran.
Pero la metáfora del fin de un camino y comienzo de otro por momentos cede ante la estilización de un relato que, por definición, le escapa al drama y se adentra en los códigos del film noir.
En Ave Fénix, Christian Petzold se aleja del tono que había conseguido con su anterior Bárbara, y apuesta por una ambientación que por momentos recuerda, al menos estéticamente, a El Tercer Hombre de Carol Reed.
Este distanciamiento del clásico relato de posguerra es no sólo un acierto por su original enfoque, sino porque además trasciende al mero documento histórico para convertirse en arte. En la obra de Petzold no vemos jamás en pantalla la guerra, pero la sentimos en cada plano: desde los escombros que yacen en el piso como vestigios del pasado (escombros que, claro, anidan también en el derrumbado rostro de Nelly) hasta las acciones y comportamientos de sus personajes que, entendemos, dejaron de ser simples seres vivos para convertirse en sobrevivientes a secas. Ahí radica la fuerza de Ave Fénix: no necesita redundar en imágenes de cuerpos mutilados ni llantos quebrados para esbozar el horror, porque comprende que un rostro desilusionado puede transmitir igual -o mayor- angustia.
El director trasciende así el relato de época y evoca temas como el olvido, la traición y, claro, la posibilidad de perdonar ambos estados. Ave Fénix es otra muestra de la maestría de Christian Petzold para tocar temas incómodos, como la posibilidad (o imposibilidad) de la gente de seguir adelante tras vivir situaciones que, por momentos, son capaces de transformar a una persona en fantasma.