Tras el desastre artístico de Escuadrón suicida (2016), este spin-off resulta un salto de calidad dentro del universo DC Comics. No es que estemos ante una película demasiado sorprendente, pero la guionista Christina Hodson ( Bumblebee) y la directora Cathy Yan ( Dead Pigs) saben cómo explotar el concepto de unas chicas superpoderosas lideradas por Harley Quinn (Margot Robbie, en plan lúdico y seductor) contra antagonistas crueles y malvados, quienes desde los bajos fondos dominan a sangre y fuego Ciudad Gótica.
Ya separada de su novio, que no es otro que el Guasón, Harley Quinn terminará abrazando el lado bueno de la ley acompañada por las Aves de Presa para salvar a la joven Cassandra Cain (Ella Jay Brasco). Este festival de imágenes hiperviolentas con Harley dándoles en cada lucha cuerpo a cuerpo su merecido a los hombres deviene un típico relato de venganza que resulta una mezcla entre John Wick con algo de Kill Bill, el humor irónico (rompiendo incluso la cuarta pared) de Deadpool, el look y la estilización de Sucker Punch, de Zack Snyder, y un ritmo digno de los Looney Tunes.
Es muy valioso el aporte del director de fotografía Matthew Libatique ( Nace una estrella) para una película en la que muchas veces lo visual se termina imponiendo sobre la profundidad psicológica en una narración vertiginosa y estridente que los amantes del comic sabrán disfrutar. El resto, mejor abstenerse.