La nueva película de DC Comics toma a Harley Quinn, a quien vimos hace cuatro años en Escuadrón Suicida, como el símbolo de la rebeldía en este universo plasmado con violencia y efectividad por la directora Cathy Yan.
Harley Quinn -rol a cargo de una eficaz Margot Robbie- narra en off la historia que se adelanta o retrocede según la conveniencia y para comprender el comportamiento de algunos personajes. "Tenía que reinventarme" asegura la novia de Guasón, la mercenaria que no duda a la hora de volverse mortalmente divertida y está acompañada por una hiena como mascota.
Cuatro crímenes perpetrados en Ciudad Gótica son investigados por la detective Montoya -Rosie Pérez- mientras Harley Quinn une fuerzas con Canario -Jurnee Smollett-Bell-, la cantante de un club nocturno y la Cazadora -Mary Elizabeth Winstead- con su ballesta a cuestas, para proteger a un niña que se tragó un diamante con valiosa información y es incansablemente buscada por el malvado rey del crimen, Máscara Negra.
Este sádico villano encarnado por Ewan Mc Gregor -junto a un secuaz que despelleja a sus víctimas- se convierte también en el plato fuerte de la propuesta. Ya se verá por qué.
La película resulta atrapante desde el comienzo -con un corto de animación-, acumula escenas de acción muy bien coreografiadas, persecuciones logradas y una visita a la planta química ACME con un desenlace ambientado en un lúgubre parque de diversiones.
Aves de presa -y la fantabulosa emancipación de una Harley Quinn- revitaliza el universo de los comics de DC con su visión policromática y le insufla potencia, con un video clip -al ritmo de Madonna y Marilyn Monroe- a la vez que ostenta una envolvente banda sonora, en medio de una historia construída en base a venganza, traición y también unidad de grupo femenina con un considerable despliegue de luchas, tiroteos y artes marciales. El filme resulta más interesante que el anterior aunque por momentos redunda en sus explicaciones.