El personaje de Harley Quinn ha llegado muy lejos para ser un personaje que no surgió del lore publicado original de los villanos de Batman, y cuya primera encarnación cinematográfica es habitualmente definida como un buen trabajo interpretativo dentro de una película floja (según la opinión masiva y esto dicho siendo benévolos).
Margot Robbie vio su salida mainstream en el papel de la intermitente pareja del Príncipe Payaso del Crimen, cuya seguridad le permite elegir con mayor frecuencia propuestas más arriesgadas. Ser productora de algunos de esos proyectos es un detalle a tener cuenta, y es el que en cierto modo contribuye a que Aves de Presa y la Fantabulosa Emancipación de una Harley Quinn saque -incluso con algunos defectos- un saldo comparativamente más digno que el de su antecesora.
Arlequina Definida
Aves de Presa y la Fantabulosa Emancipación de una Harley Quinn no es ni por asomo una obra maestra del guion cinematográfico, pero está provista de personajes en su mayoría carismáticos, un objetivo narrativo claro, piezas de acción bien construidas y una autoconciencia cómico-irónica que apunta a cierta complicidad con el público.
También es necesario señalar que reitera el uso de los flashbacks, pero no lo hace sin razón ni faltándole el respeto al espectador. Plantan una pregunta para luego encontrar su respuesta en un flujo narrativo tan ágil como natural. Cada vez que vuelve al presente, lo hace con un pedazo de información nueva, lo que sumado al resultado de las piezas de acción, ayuda a avanzar la trama.
No obstante, no todos son rosas para este guion.
La travesía emancipadora de Harley entretiene, al igual que su cruce con las otras Aves de Presa y la odisea personal de cada una de ellas. Sin embargo, las acciones del villano son solo constantes demostraciones de cuán sanguinario es, en vez de ser contundentes palos en la rueda en el camino de las protagonistas: un detalle propio de un primer acto, más no de un segundo y/o un tercero. Esto hace de las peleas (tanto con los secuaces como con la policía) algo necesario y disfrutable por convenciones de género, pero que a la larga no colaboran al crecimiento de un clímax. La confrontación final está ahí solamente porque la película debe terminar.
Esta crítica debe destacar la puesta en escena de Cathy Yan, una directora con un prolijo sentido del trazo escénico, uso de los colores y, particularmente, del montaje. Es una de esas realizadoras que, de cara a la isla de montaje, tiene claro cuando conviene NO cortar. Sabe dejar respirar un plano, que agote todo lo que tiene para ofrecer antes de cortar al siguiente. Esto se presenta en escenas tan sencillas como el primer encuentro de Black Canary con Cassandra Cain (Ella Jay Basco), que tiene solo un contraplano en toda su duración. Yan mueve la cámara, reencuadra, pone a las actrices de perfil, las acerca, agota todas las posibilidades, y recién ahí corta.
Si bien el manejo eficaz de escenas pequeñas, casi intimistas, es bienvenido, nadie paga una entrada para ver eso en Aves de Presa y la Fantabulosa Emancipación de una Harley Quinn.
La eficaz puesta en escena de Yan también se traduce a las escenas de acción, donde no solo destaca esa paciencia para dejar respirar a un plano, sino que tiene un gran sentido de la geografía de la escena, fundamental para que el espectador no se pierda. Resulta particularmente notorio cuando Harley Quinn irrumpe en la comisaria, pero más específicamente en una pieza de acción durante el desenlace que tiene lugar sobre un escenario giratorio. Cada una de las protagonistas pelea en un sector distinto, y cada una tiene una iluminación de un color acorde a su personaje. La orientación no solo viene del encuadre sino de la elección lumínica, que no pierde nada de coherencia al estar la escena ambientada en una atracción de feria abandonada.