Tras el inmenso éxito comercial de las dos entregas de Cars, Disney optó por evitar (al menos por el momento) una tercera película de las aventuras del Rayo McQueen y Mate para apostar, en cambio, a un desprendimiento (spinoff en la jerga comercial) de la franquicia. En efecto, este film -que ya no cuenta con el sello de Pixar- fue concebido a partir de un concepto claro y contundente: "Cars con alas". En principio, incluso, se lo pensó como un lanzamiento exclusivo para el mercado hogareño, pero los testeos fueron positivos y se optó entonces por un estreno en salas.
Esta película de Klay Hall es -en todos sentidos- una hermana menor de sus predecesoras. Las referencias a los films previos son constantes y, si bien tiene un impecable trabajo de animación que aprovecha todas las posibilidades del 3D (la sensación de inmersión en las vertiginosas carreras por el aire), la idea de reciclar diseños, personajes y conflictos ya vistos empieza a ser un poco forzada y agotadora.
El anithéroe de turno es Dusty, un pequeño avión que está cansado de fumigar zonas rurales y sueña con correr carreras profesionales. Las cosas no serán fáciles porque primero deberá superar sus propias fobias (está acostumbrado a volar a bajas alturas) y luego, los prejuicios ajenos (nadie lo cree capaz de competir en una extenuante y riesgosa vuelta al mundo).
Como el lector podrá imaginar, aparecerán para ayudarlo sus patéticos y queribles amigos, un traumado veterano de guerra que se convertirá finalmente en su mentor (Skipper), un competidor solidario y divertido llamado El Chupacabra (mexicano, para más datos), unas atractivas y seductoras "avionetas" (Dottie y Rochelle), y -claro- un campeón poco menos que imbatible y fanfarrón (Ripslinger). Nada demasiado sorprendente en un guión a pura fórmula.
La película funciona bien para niños pequeños (no es recomendable para chicos que ya hayan alcanzado los dos dígitos), mientras que los adultos extrañarán bastante las inteligentes e irónicas referencias y dobles lecturas que tantas producciones de Pixar-Disney supieron regalar. Aquí, todo es básico, aunque el festival de colores, movimientos, detalles, bromas y aventuras alcanza para satisfacer las necesidades del consumo infantil.