No hay que ser una luz mental para suponer qué caminos recorrerá una película que tiene el apoyo de Greenpeace y narra la lucha de una ONG ambientalista contra la instalación de una minera. Y, efectivamente, Axiomas, la verdad escrita en el agua cumple con lo promete mediante un relato que abraza el ecologismo sin ningún tipo de prurito, anulando matices y las aristas de un conflicto que trasciende lo estrictamente ambiental.
La película de Marcela Luchetta pendula entre dos subtramas directamente vinculadas entre sí. La primera tiene que ver con Isabela (Luz Cipriota), que luego de una misión en el Sahara regresa a su provincia natal convocada por la ONG del título para ejercer como abogada y enfrentar a una poderosa empresa minera que amenaza con saquear los recursos naturales (especialmente el agua) de toda la zona, siempre con el aval del gobernador Ribero (Jorge Marrale). El apellido de Isabela también es Ribero: padre e hija enfrentados por sus convicciones.
La primera parte del metraje indaga en las tensiones y contradicciones entre el vínculo filial y el choque ideológico y programático sobre el rol de las mineras. Son los mejores momentos de Axiomas, principalmente por la ductilidad de un Marrale que dota a su personaje de un cinismo sutil, casi paternalista, como si fuera un halcón vestido de paloma.
Pero Axiomas naufraga cuando refuerza su línea eco-friendly, llegando al punto de engolosinarse con el vuelo de un cóndor liberado mientras la banda sonora prodiga charangos e instrumentos de viento. El intento de retratar la cosmogonía local, con el personaje de César Bordón a la cabeza, y la discriminación que sufren en las instituciones públicas coronan un film tan lleno de buenos intenciones como fallido en su ejecución.