LA VOLUNTAD NO ES TODO
Los temas medioambientales parecen ser el nicho más reciente del cine político nacional, tanto documental como ficcional. Axiomas, de Marcela Luchetta, se inscribe en este último ítem, un aparente thriller judicial alrededor de una compañía que contamina las aguas en un pueblo sureño, pero que se va desplegando progresivamente hacia otros espacios. Porque la película es también un drama paterno-filial, una reflexión sobre el poder político como indolente “vista gorda” de las atrocidades que cometen los privados, y una representación del carácter profético de la naturaleza, que parece tener respuesta para todo. No se puede negar que hay buenas intenciones detrás del film, pero también una serie de decisiones de puesta en escena y una liviandad expositiva que por momentos vuelve todo demasiado voluntarioso. Obviamente, no alcanza.
La protagonista (Luz Cipriota) es una abogada que trabaja para una ONG medioambiental de alcance internacional. Una de sus misiones es volver a su pueblo de origen donde una empresa está cometiendo algunas atrocidades, situación que la compromete por partida doble: además del hecho en sí, el gobernador (Jorge Marrale) es su mismísimo padre. Hay en ese conflicto múltiples aristas que se entrecruzan, empezando por lo que ambos representan y simbolizan desde el rol que cumplen, a elementos del pasado que complejizan el vínculo, evidentemente roto. No está mal sintetizar un conflicto político en términos familiares, el problema es cuando la falta de rigor impide que suene verosímil: uno no puede creer que un gobernador se mueva de la forma en que se mueve el personaje de Marrale, más cercano al intendente de algún pueblito pequeño. Evidentemente hay un diseño de producción que vuelve todo a una escala menor de lo que la ambición de la película requiere, y eso se traduce a todos los rincones del relato.
Y lo que también hay es una intención por no caer en un discurso previsible desde la corrección política, aunque para llegar ahí se hagan algunos zigzagueos de guion bastante maniqueos, que terminan recomponiendo lazos de una forma absolutamente arbitraria y volviendo tolerables a personajes que hasta hacía unos minutos aparecían como villanos. Claro que para entonces Axiomas ya ingresó en un terreno más abstracto, con la presencia de unos chamanes que son la síntesis del pintoresquismo que tanto afecta a este tipo de propuestas. Eso también le permite no darle una cara visible a ese poder que afecta a los personajes del film, pero que permanece en un espacio off sin nunca lograr verdadera espesura. En verdad no parece una decisión de puesta en escena, sino más bien la evidencia de las limitaciones de una película que incurre por momentos en situaciones trilladas y lugares comunes varios. El film de Luchetta se va desinflando progresivamente hasta culminar en la más absoluta intrascendencia.