Años '90. Un matrimonio y sus cuatro hijos viajan para pasar unas vacaciones en Mar del Plata. Lola (Umbra Colombo) y Ricardo (Beto Bernuez) son profesionales, tienen proyectos laborales, pero hay algo que ya no funciona en la pareja. Las contradicciones entre ambos adultos no tardan en aparecer, la insatisfacción y el malestar de ella es creciente y cada vez parece estar más disociada de esa dinámica familiar durante un verano en un balneario. Los miedos, la angustia, la sensación íntima de que bien podría tratarse de una despedida son evidentes.
Inspirado libremente en la historia de su propia madre, este primer largometraje de Sabrina Moreno se sustenta en la creación de climas y estados de ánimo en muchos casos melancólicos (la presencia del mar en ese sentido está reforzada a cada instante) y en las actuaciones, en especial la de Colombo, que logra transmitir su complejo y doloroso proceso introspectivo.
Austera y minimalista, con una duración que apenas supera la hora, Azul el mar incursiona en terrenos que podrán no ser demasiado novedosos en el universo del nuevo cine argentino pero lo hace con convicción, elegancia, recato y sensibilidad. No se trata de un mérito menor para una ópera prima argentina.