Por primera vez se estrena en los cines argentinos una película de este talentoso realizador británico y se trata de una de las mejores comedias de acción del año.
Considerado un maestro de la comedia de acción, Edgar Wright era víctima de un extraño maleficio en los cines argentinos: pese al éxito de crítica y público conseguido en casi todo el mundo con Muertos de risa, Arma fatal, Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños y Bienvenidos al fin del mundo, todas sus películas fueron lanzadas aquí directamente para el mercado hogareño. La espera terminó: Baby: El aprendiz del crimen se estrena hoy en pantalla gigante. Nunca es tarde, dice el refrán, y este “debut” del director inglés en las salas locales regala todos los mejores atributos de su cine: delirio, humor absurdo, virtuosismo formal y una infrecuente capacidad para seducir con un ingenio a-lo-Quentin Tarantino y entretener con nobles recursos narrativos.
Entre el cine setentista y ochentista (en la línea de The Driver y Calles de fuego, ambas de Walter Hill), el espíritu lúdico de la saga Rápido y furioso y el musical (la banda sonora tiene ¡43! cancionesy las coreografías en plano-secuencia nada tienen que envidiarle a las de La La Land: Una historia de amor), la película tiene como protagonista al Baby del título (Ansel Elgort, la revelación de Bajo la misma estrella), un muchacho que es un auténtico as al volante y trabaja como chofer en golpes comando para pagar una vieja deuda familiar al cerebro de las distintas bandas delictivas (Kevin Spacey). Sus compañeros en los sucesivos robos son todos experimentados (por allí aparecen desde Jon Hamm hasta Jamie Foxx), pero él se calza sus anteojos oscuros y sus auriculares (escucha música todo el tiempo para tapar un molesto zumbido en sus oídos) y espera el momento de escapar de la persecución policial con las maniobras más osadas y brillantes.
Los primeros 20 minutos del film (el robo a un banco y la posterior huida por toda la ciudad de Atlanta con el tema Bellbottoms, de Jon Spencer Blues Explosion, sonando de fondo y seguido por un hilarante segmento musical) se ubican entre lo mejor que dará el cine modelo 2017. Era imposible sostener semejante nivel y, aunque luego tiene algunas vueltas de tuerca algo más convencionales, nunca deja de fluir y fascinar. Wright sale indemne incluso del terreno en el que suelen tropezar muchos realizadores como el romance épico entre el protagonista y la moza de una cafetería interpretada por Lily James (La Cenicienta).
La puesta en escena, el aporte del talentoso director de fotografía Bill Pope, el magnetismo de los intérpretes y, sobre todo, el trabajo de montaje para construir escenas de acción al ritmo de la música hacen de Baby: El aprendiz del crimen un verdadero disfrute tanto para los jóvenes cinéfilos amantes de los géneros como para los melómanos.