Un intenso policial de acción
Uno de los mejores temas del cine policial es el del conductor especializado en huir de los patrulleros después de un golpe. El clásico del género es "Driver" de Walter Hill, director que no por nada aparece aquí haciendo un cameo. Es que Edgar Wright, director de estupendas comedias como "Shaun of the Dead", realiza en esta "Baby Driver" toda una gama de homenajes al cine negro y a muchas otras películas, sin dejar de elaborar un entretenimiento pensado a su medida.
Baby, el personaje de Asel Elgort, es un muchacho que tal vez por sufrir un impedimento auditivo parcial no da un paso sin auriculares, y cada uno de sus movimientos, ya sea caminando o al volante, forma parte de una estudiada coreografía de la canción que esté escuchando. Gracias a este detalle, el film tiene una gran banda sonora, además de un alto nivel de locura en terribles tiroteos armados para un montaje sincopado con variados temas musicales, incluyendo "Hocus Pocus" del grupo holandés Focus. Kevin Spacey es el cerebro criminal que obliga a Baby a trabajar en golpes sangrientos, y Jamie Fox uno de los culpables de estos derramamientos de sangre. La película es divertida, intensa y bien filmada.