Subí que te llevo…
Baby es un joven con una tremenda habilidad para el volante, que lo hace el número puesto del hampón Doc para sacar a sus pistoleros sanos y salvos de los atracos que organiza.
Lo que separa a Baby de otros chóferes del bajo mundo es su necesidad de estar escuchando música constantemente, debido a un zumbido adquirido de niño en un accidente.
Sus habilidades no son tanto un servicio, sino el pago de una deuda que ha incurrido con Doc, la cual está cercana a ser paga y representará el comienzo de una nueva vida con una joven camarera a la que conoció. Lo que no verá venir Baby será al desequilibrado atracante que Doc sumó a ese último trabajo.
El guión de Baby: El Aprendiz del Crimen es uno prolijo, con todos los elementos -en apariencia- que necesita un guion sólido para poder fluir; la estructura está bien y el desarrollo de personajes también.
Las escenas de acción y los conflictos dramáticos se sostienen con la tensión que uno espera. Sin embargo, lo que tendría que ser toda una virtud, se ve ligeramente manchada por dos desventajas: primero que, a la larga, el desarrollo narrativo no guarda muchas sorpresas; y segundo, el desenlace se estira demasiado para su bien.
Música y montaje excepcionales:
Por el costado actoral tenemos un muy buen trabajo del protagonista Ansel Elgort, que transmite con eficiencia el carisma, rareza y misterio que distinguen al personaje. Cabe aclarar que mucho de la labor de Elgort puede destacar gracias a las pulseadas que sostiene junto al trabajo de notorios intérpretes secundarios como Kevin Spacey, Jamie Foxx y Jon Hamm. Lily James no pincha ni corta durante una gran parte del metraje; el arquetipo de la damisela en apuros.
En el costado técnico, en particular lo que es montaje y música, la película no tiene un solo punto en contra. Es más, no descarto la posibilidad de que lo modesto del guión haya sido algo deliberado, con la idea de proveer una base lo suficientemente sólida para poder entregarse por completo al estilo, sin tener que descuidar la substancia. No pocas veces, los mejores momentos de la película son cuando saltan a la vista la combinación de estas dos herramientas mencionadas.
Conclusión:
Baby: El Aprendiz del Crimen es un cuidado ejercicio de estilo, con el relato necesario para funcionar y con un carismáticamente funcional plantel de actores. Una narración que cruza las tes y puntea las íes, pero no es más que una justificación para hacer un despliegue de montaje y música que (hay que concedérselo a Edgar Wright) logra en gran medida cumplir las promesas que hizo con el trailer. Disfrutable.