Los realizadores que ganaron un Oscar dirigen lo que quieren y cómo quieren. Damien Chazelle, creador de Whiplash (2014) y La La Land (2016), vuelve a la pantalla grande con una de sus apuestas más ambiciosas hasta la fecha. Babylon es un film escrito y dirigido por él que llega a las salas de cine el próximo jueves 19 de enero.
California, años ’20. El cine mudo dominaba la industria con cortos y películas que se estrenaban todas las semanas. Pero había gente que pensaba que hacía falta algo más, y llegó el cine sonoro, que dejó a su paso varias carreras y trabajos -una locura bastante parecida al mudo, pero con más tecnología-. La cinta, que transcurre en ese momento preciso de transición entre ambos, sigue la historia de varios personajes como Manny Torres (Diego Calva), el che pibe que va creciendo en el negocio desde la nada misma; Nellie LaRoy (Margot Robbie), una actriz que causa sensación de la noche a la mañana; y a Jack Conrad (Brad Pitt), el más querido de los actores con la reputación de un galán.
Chazelle lo hizo de nuevo: agarró lo mejor de sus dos mejores películas y los concentró en una sola historia. Al mejor estilo Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), desde el comienzo arma secuencias fuera de lo común para mostrar la demasía y los caprichos de un Hollywood que filmaba 5 cosas al mismo tiempo, con peligro a que se quedaran sin luz natural, sin cámaras y sin extras a quienes pagar porque estaban en huelga por bajos salarios -sin contar que también ponían en riesgo su vida-.
El ritmo en Babylon es uno de sus grandes aciertos y el realizador sabe cómo hacerlo; esto se nota en el gran manejo de los silencios, una herramienta tan necesaria como el diálogo. Y la música de Justin Hurwitz que calza tan bien en la historia, incluyendo unos varios guiños a La La Land que pueden tocar la nostalgia de sus fans. Presten atención que son inconfundibles.
Y si de actuaciones se habla, es necesario resaltar a Margot Robbie, quien sigue desafiándose papel a papel y demuestra por qué es una de las mejores actrices en la actualidad; la vulnerabilidad, el libertinaje y la audacia de su personaje la hacen atrapante de ver en pantalla. Por otra parte, ya sabemos que Brad Pitt tiene lo necesario para hacer de galán con problemas de mujeres y bebida -por momentos fue difícil separar a la persona real de su interpretación-; y no decepciona. Después está un Diego Calva que, como Manny, sirve como eje y perspectiva de todo lo que sucede, y como espectadores, es imposible no identificarnos con él y su forma de ser. Y no puedo no mencionar a la maravillosa Jean Smart como Elinor St. John, una erudita periodista de cine y sus estrellas; ella es la portadora de varias verdades y su rol, aunque no clave, sí denota una presencia inigualable dentro de la cinta.
Tanto la Babilonia -de donde deriva el título de la cinta- bíblica como la verdadera, fueron símbolos de lo bueno y lo malo en las civilizaciones humanas. Trazando un paralelismo, podríamos decir que Hollywood es una Babilonia en sí. Pero, más allá de esto, con lo positivo y lo negativo, los excesos y la magia, Babylon es también un homenaje a quienes formaron parte de la industria cinematográfica que actualmente sigue inspirando a cada vez más personas todos los días. Son un poco más de tres horas de puro deleite audiovisual liderado por un sublime Damien Chazelle.