Bacurau

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Mezcla de película de ciencia ficción y western, este thriller del director brasileño de «Aquarius» se centra en un pequeño y perdido pueblo de Pernambuco en el que empiezan a suceder cosas extrañas. Una potente película que combina género y política en partes iguales e igualmente efectivas.

El pueblo de Bacurau ni aparece en los mapas. Está perdido, en las profundidades de Pernambuco, y tiene apenas unos pocos habitantes. De todos modos, problemas no le faltan. No hay agua potable y las peleas con el gobernador del estado son más que evidentes, especialmente ahora que el hombre se candidatea para la reelección y quiere, de algún modo, “compensar” por sus desastres previos en la función. Pero hay otros problemas en Bacurau, como la muerte de Carmelita, quien es una suerte de matrona del pueblo, con muchos familiares que la aman pero algunos vecinos –especialmente una doctora que encarna Sonia Braga– que le tiene un odio jurado de por vida. Cuando todo parece indicar que vamos a ver algún drama con conflictos familiares/políticos en un pequeño pueblo del nordeste brasileño, las cosas cambian radicalmente.

Algunos indicios se advierten de entrada, cuando vemos feretros vacíos al costado de la ruta y otras cosas extrañas que suceden como al pasar. Pero pronto advertiremos que las cosas son aún más raras de lo que parecen y que involucran algún tipo de suceso sobrenatural que puede estar sucediendo en Bacurau. ¿Hay alguna presencia extraterrestre? ¿Son puras casualidades, producto del consumo de ciertos estupefacientes que parecen ser populares allí? ¿Quién está matando a la “buena” gente del lugar? Estos elementos convierten a BACURAU en una película muy distinta, formalmente, a las anteriores del director de AQUARIUS. Es una especie de western futurista de clase B que bebe claramente del cine de John Carpenter y, en especial, de películas como THEY LIVE en la que lo fantástico, el clima y las peleas de western y el contexto político parecen ir de la mano.

Revelar más sería adentrarse en los secretos de esta muy buena película brasileña. De todos modos, cabe aclarar que Mendonca Filho toma una decisión algo radical –aunque muchas veces usada y un clásico en el cine de Hitchcock– que es revelar bastante tempranamente a qué se deben los hechos misteriosos que suceden. Son los habitantes de Bacurau los que no lo saben y a partir de esa tensión –además de saber uno con más especificidad los motivos y las consecuencias de lo que está pasando– es que avanza BACURAU, jugando en los límites de varios géneros y con una mirada que combina ideas del cine latinoamericano político con el western norteamericano, especialmente los films cuyo eje pasa por seguir a los personajes de un pueblo dividido que tiene que unirse para resistir a una extraña y posible invasión.

La lectura política del film es más que clara y si bien su origen precede la llegada del presidente Jair Bolsonaro al poder (se escribió y filmó antes de su ascenso), el director de O SOM AO REDOR ya era casi un enemigo público de la derecha política brasileña tras denunciar en la red carpet de Cannes que, cuando Michel Temer tomó el poder de manos de Dilma Rousseff, lo que se estaba produciendo en Brasil era un literal golpe de Estado. No se lo perdonaron y siguen sin perdonárselo (hoy le hacen literalmente la vida imposible en muchos aspectos) y seguramente esta historia no acabará aquí tras el pase de la película en Cannes.

Pero Kleber combate, tanto desde lo personal (es interesante seguir su batalla pública por redes sociales) y especialmente en películas como BACURAU, donde deja en claro que –más allá de los misterios y el juego con la ciencia ficción– los verdaderos problemas de Brasil vienen por el lado de los abusos de la política y de los corruptos a cargo. Un western de izquierda, diríamos para simplificar. O un film de suspenso y ciencia ficción sobre una realidad tan presente como abrumadora. Carpenter debería estar orgulloso.