La metáfora más cruel de Brasil
Bacurau, la película de Kleber Mendonca Filho y Juliano Dornelles, es una locura salvaje y por momentos confusa en la que un pueblo despojado de casi todo se enfrenta, por un lado, a una estructura política malvada, corrupta y violenta (y a su representante, por momentos casi una caricatura) y por el otro a un grupo misterioso de hombres (y mujeres armados encabezados por el personaje interpretado por Udo Kier.
El tono gore se vuelve intenso, luego crítica social y política, también western distópico y luego comedia lisérgica, de manera alternativa (no necesariamente en ese orden) volviendo a iniciar el ciclo cada vez hasta el final. Esa confusión que sacude por momentos, en la montaña rusa de emociones tanto como de géneros superpuestos es la que hace que la claridad de lo que se narra se esfume y nuble la vista a la hora de la visualización, pero sin embargo rinde a la hora de la evaluación general de la película.
El mensaje sobre el cuidado del medioambiente, de mayor interés en las noticias (y en los cuidados discursivos de ocasión de las celebridades) en estos días por las situaciones acaecidas en Australia, también tiene lugar en esta creación border que no olvida impresionar a quienes estén interesados en la propuesta estilística que la cabeza creativa ofrece e interpreta.
Las alegorías rituales y la mirada “alegre” de la muerte es otro de los puntos que puede considerarse valiosas en la propuesta y decisión narrativa de los directores para con Bacurau y la mirada de la sociedad y la vida que ambos desean ofrecer al público, además de la exquisita participación de la excelente actriz Sonia Braga.
En suma, Bacurau es una película que permite ideas y visiones tan mágicas como sangrientas de la realidad, con una especie de mensaje en una botella que se descubrirá al final. Que al fin y al cabo es lo que vemos diariamente en la vida cotidiana, detalles más o menos.