El reemplazo de Michael Bay en la dirección de Bad Boys 3 por la dupla de realizadores belga, Adil El Arbi y Bilal Fallah, despertaba curiosidad por ver el espectáculo que ofrecerían en la nueva entrega de la franquicia. Sobre todo porque se trataba de un equipo de cineastas que provenían del circuito independiente y no contaban con antecedentes notables en este género.
La tercera entrega resultó ser la película más elogiada de toda la saga por la crítica norteamericana y esto se relaciona con el guión de Joe Carnahan, Peter Craig y Chris Benner que le aportó un poquito más de contenido a la historia.
La trama explora mejor, como no se hizo en los filmes previos, el vínculo de amistad entre Mike (Will Smith) y Marcus (Martin Lawrence) y nos permite descubrir otra faceta de estos personajes.
Inclusive el conflicto por momentos brinda algunas situaciones dramáticas inesperadas que se contrastan con el perfil más light y cómico que habían tenido las producciones de Bay.
Dentro del argumento trabajaron muy bien la influencia del paso del tiempo en los protagonistas, en especial en el caso de Lawrence quien aparece más avejentado que su compañero.
El humor por lo general funciona, la historia es decente y la película consigue ofrecer un pasatiempo entretenido.
Aclaradas todas estas cuestiones que le otorgaron a Bad Boys 3 mejores críticas, también hay un pequeño tema que no se puede ignorar.
En materia de acción la labor de los nuevos cineastas es penosamente mundana y genérica.
No hay una sola escena de este film que aspire a acercarse al nivel de jerarquía que suelen tener los trabajos de Michael Bay en los campos técnicos.
Al cine de este realizador se le pueden objetar miles de cosas con las que voy a estar de acuerdo.
No me olvido que fue el responsable de la infumable saga de Transformers, sin embargo cuando se trata de construir secuencias de tiroteos y persecuciones de autos hay que aceptar también que es uno de los mejores de la industria hollywoodense.
Uno recuerda lo que hizo en Bad Boys 2 con la persecución en la autopista de Miami y después ves el tratamiento de la acción que proponen los belgas y la diferencia en materia de calidad es abismal.
Esta nueva película está más cerca de lo que suelen ser las producciones clase B de Dolph Lundgren para el mercado de dvd ruso, que el nivel que tuvo esta franquicia en las entregas previas.
El cine de acción de El Arbi y Fallah ofrece un espectáculo mundano sin personalidad, contaminado por efectos malos de CGI que te sacan de la película en más de una ocasión y representan una debilidad de esta entrega que tampoco se puede ignorar.
De todos modos a quienes no les interesan esos detalles y solo quieren pasarla bien con la dupla que forman los protagonistas no saldrán decepcionados, ya que la química entre ellos sigue intacta y esta vez contaron con una mejor trama.