Los beneficios del retroceso
Bad Boys es una película de 1995, Bad Boys II es del 2003. ¿Era necesaria Bad Boys para siempre, la tercer entrega de la franquicia, 15 años después de la original? ¿Qué tiene para decirnos el regreso de esta saga como para justificar su existencia? No sé si la película en sí nos lo dice explícitamente… Pero hay muchas cosas para reflexionar.
El cine de acción tuvo un pico muy alto en la década de los 80 y los 90. Películas como «Duro de matar» (1988), «Fuego contra fuego» (1995) o «Arma mortal» (1987) exhibían una forma algo frenética pero a la vez muy controlada sobre cómo filmar tiroteos o persecuciones. Hasta la ciencia ficción se animaba a hacer películas como «Terminator» (1984) o «RoboCop» (1987), que claramente tenían una visión autoral sobre las formas y su significado, dentro del cine comercial, algo similar al surgimiento del terror en los 70 con «Halloween».
Casi al final de esta generación de cine de acción comercial, Michael Bay, (el tipo de las explosiones) dirigió su ópera prima, la cual llamó Bad Boys, y aunque no haya sido la mejor de todas las que acabamos de mencionar, si es la que más deja claro su faceta de transición hasta la acción más moderna.
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En Bad Boys vemos planos en cámara lenta, vemos explosiones por doquier y vemos una tendencia clarísima hacia el exceso total, todos elementos que pueden ser tomados como características de algunas de las películas más célebres y populares del siglo XXI. Pero, por otro lado, la química entre sus dos actores principales (Will Smith y Martin Lawrence) bebía un poco más de ese cine de acción que tanto apreciamos. Algunas de sus escenas de acción hasta jugaban con la creatividad y el estilo del que hablamos. Luego Michael Bay abandona casi por completo estas ideas y se precipitó más al estilo actual de cómo filmar escenas y películas de acción.
Bad Boys para siempre no está dirigida por Michael Bay, el director de las dos antecesoras, sino que tiene a sus mandos a una pareja de directores belgas poco conocidos y con una identidad autoral mínimamente dudosa. Bilall Fallah y Adil El Arbi, son unos perfectos imitadores. Este estilo que tenemos en las primeras películas de la franquicia es repetido y copiado continuamente en el nuevo film. Esa acción barata se conecta con secuencias creativas y a la vez, con personajes aparentemente interesantes que, aunque siguiendo clichés y estructuras arquetípicas, logran diferenciarse de la multitud.
Esto que sucede en la dirección podría ser tomado como una reinterpretación de la dirección de Michael Bay, ya que el guion habla un poco sobre dejar lo nuevo y aceptar la vejez y la edad, pero teniendo en cuenta la mano de los directores, parece ser más una coincidencia que una búsqueda consciente.
Esta poca mano de los directores se vislumbra porque, rítmicamente y visualmente, Bad Boys para siempre es super desprolija. Los saltos de eje, los errores de continuidad y la desconexión de la paleta de colores se muestran claramente como errores de novato en esta historia, que en ningún momento son molestos realmente debido al tono del film, pero que claramente si comprueban el trabajo por encargo y el poco compromiso de los directores. Más que el de copiar y mimetizar un estilo ajeno.
Del lado contrario tenemos el trabajo de Will Smith y Martin Lawrence, que obviamente funcionan muy bien. Muchos de los personajes anteriores vuelven para esta tercer entrega, pero vale la pena aclarar que no es necesario en lo absoluto hacer un maratón previo al film para poder entender la trama o la gran mayoría de los chistes.
La pareja actoral deja todo en este film para sacar lo mejor que se podía hacer. Se nota que es una franquicia importante para ambos, ya que en su momento supo llegar en instancias cruciales para las carreras de ambos intérpretes, y es quizás por esa razón que vemos este muy buen trabajo, específicamente en Will Smith. Luego los secundarios están correctos, quizás con la sorpresiva aparición de Vanessa Hudgens (Gabriella Montez de High School Musical) y con un grupo de actores un poco más robóticos pero que cumplen.
Es en el guion de la película donde vemos, quizás, uno de los pocos cambios interesantes en relación a las anteriores entregas que, vale la pena aclarar, no repitieron equipo de escritores en ninguna ocasión. Aún así, las dos primeras películas si mantenían un estilo similar entre sí. Esta tercera, aunque no se aleje del todo, si apuesta por llevar la historia a algo mucho más personal. Mientras que en las primeras dos el conflicto era casi siempre una cuestión nacional y monumental, acá vemos un desarrollo mucho más interno sobre los protagonistas. No es que no haya existido en las entregas anteriores, pero teniendo en cuenta todo lo que copia de lo previo, se agradece.
Y bueno, después de hacer todo este análisis, ¿vale la pena Bad Boys para siempre? ¿Qué trae de nuevo? La respuesta es clara. No trae nada nuevo. Pero, por otro lado, se siente definitivamente como una película de los 90, algo que es quizás de agradecer. ¿Es de agradecer? ¿Son los hermanos Russo (directores de las principales películas de Marvel) peores que los primeros años de Michael Bay? No me animaría a definir eso, pero si es interesante que existan ambos estilos.
Como fanático de las primeras dos, la película cumple con lo que promete. Soluciona (muy poco) algunos de los vicios de Michael Bay y trae consigo un retroceso a un mundo donde las películas de acción atendían a un subtexto. Había algo más, casi siempre. Con ello, se trae también algunas de las cosas más planas y poco interesantes de ese estilo porque, de nuevo, no lo reinterpreta en lo absoluto, sino que lo copia. Y copia de alguien que tampoco hacía las cosas tan bien.
En conclusión, Bad Boys para siempre es una película de acción entretenida y que se siente como una historia de los 90, pero en 2020. Will Smith y Martin Lawrence están muy bien y repiten una química que está probada, chequeada y recontra chequeada con anterioridad, pero que se mantiene casi intacta.
Desde la dirección también vemos una repetición bastante robótica y poco inspirada, pero que plantea y recuerda a un cine que hoy cada vez se hace menos. Los fanáticos la disfrutarán, y si va bien en taquilla, quizás funcione como un ejemplo para que, mínimamente, se pueda repetir un formato que ya no se hace tanto. Y que existan ambos. ¿No estaría bueno ser un poco malos de vez en cuando?