Rodrigo Moscoso fue una de las revelaciones del Nuevo Cine Argentino con Modelo 73, estrenada en el Bafici 2001 y luego devenida película de culto. Regresó al cine, al festival porteño y a su Salta natal con una comedia romántica que es, a la vez, clásica y universal, pero sin perder jamás su impronta local en el uso de las locaciones y en ese particular decir norteño.
Juan (Javier Flores) es un típico perdedor. A los 35 años, no deja de ser un tipo inmaduro y sin suerte laboral (limpia piscinas con un patético amigo) que sigue recurriendo a la ayuda de sus padres. Sin embargo, su situación cambia por completo cuando conoce a Luciana (Bárbara Lombardo), una atractiva e impulsiva porteña de paso por esa ciudad. Las contradicciones entre el provinciano algo tímido y esa bonaerense bastante neurótica e intensa parecen ratificar eso de que los opuestos muchas veces se atraen. La pasión inicial que sobreviene tras una fiesta de casamiento tapa unos cuantos miedos y traumas, pero las mentiras que se van inventando de manera conjunta o por separado no tardarán en aflorar y en poner a prueba la estabilidad y proyección de la pareja. Moscoso apuesta por un humor melancólico, por momentos demasiado asordinado para ser una comedia de enredos, pero de todas formas logra generar la suficiente empatía como para seguir con interés hasta el final las desventuras de estas dos atribuladas criaturas.