Estancado en el recuerdo.
Con un pasado reciente por el BAFICI 21, Badur Hogar llega a su estreno. Se trata del segundo opus de Rodrigo Moscoso que cuenta con las actuaciones de Bárbara Lombardo, Javier Flores, Daniel Elías, Castulo Guerra y Josefina Saravia, aunque los protagónicos de esta pareja despareja quedan para Lombardo y Flores.
La treintena y la comedia romántica son dos pilares en los que se apoya esta historia atravesada por la melancolía y el humor, con buen ritmo y buena química de la pareja protagónica. Al igual que ocurre en todo relato concentrado en la idiosincrasia de una provincia, como en este caso la de Salta, existe una relación tirante entre quedarse o buscar un futuro en otro lugar. Pero si a eso se suma el peso de los legados familiares, las tradiciones que buscan prolongar cierta manera de vivir o entender la vida, ocurre un conflicto de mayor escala.
Por ese motivo, el protagonista de este relato, cuya actividad como piletero en realidad es una pantalla y su relación con su padre otra piedra en su zapato, se encuentra estático, preso de su inercia comienza a recibir señales equívocas. Algunas de ellas lo atan al pasado, a ese Badur Hogar, local gigante de electrodomésticos -cerrado en los 90- al que todos recuerdan por sus publicidades y jingles pegadizos. Atestado de objetos, el lugar y sus grandes ventanas a la calle tapadas por diarios dan la imagen de una manifiesta decadencia, de un sabor amargo que conecta con un pasado de familia al que no se quiere regresar o al menos eso parece.
Hasta que aparece en escena una impetuosa mujer, porteña, decidida, frontal y enamorable, para dar vuelta la página y ver ese pasado o legado desde otros ojos.
Con la idea de sortear clichés del género de la comedia de enredos, la comedia romántica y ciertas películas independientes, el director Rodrigo Moscoso alcanza un nivel aceptable desde la propuesta integral para lo cual las buenas actuaciones de la dupla Flores-Lombardo aportan algo más que carisma y su granito de arena.