Badur madurar
La segunda película de Rodrigo Moscoso luego de Modelo 73 (2001) es una comedia romántica independiente, salteña, sencilla y amable.
Juan (Javier Flores) tiene 35 años, vive con sus padres y se ocupa vagamente del mantenimiento de piletas. De mal en peor en su pasar económico y con una complicación incógnita en su salud conoce a Luciana (Bárbara Lombardo). La relación se presenta torpe y enredada en mentiras que crecen a medida que avanza la película. Al tiempo que sucede la comedia de enredos aparecen temas que tienen que ver con el pasado, el legado y la añoranza atrapada en los objetos que guardamos.
Badur Hogar es el negocio familiar creado por su abuelo que su padre conserva cerrado al público desde la década del noventa. Un comercio que vive en el recuerdo de los lugareños por sus comerciales y jingles pegadizos. El local ocupa una enorme esquina y todas sus ventanas están cubiertas de papel de diario amarillento. El único refugio de Juan, lleno de electrodomésticos y muebles de décadas pasadas. El lugar se encuentra abandonado al igual que él en una alegre metáfora acerca del estatismo de la gente del lugar que Juan representa.
Diálogos ocurrentes y una fotografía ingeniosa suman a la dinámica de la película que cumple con todas las reglas del género: personajes opuestos, un amigo divertido y a la vez impresentable, y un conflicto asociado al destino. No se construye con mucha originalidad sino que sienta sus bases en los clichés típicos del género con alguna pequeña vuelta de tuerca autóctona que suma a esta correcta propuesta.