Tenemos un problema con esta película, el mismo que solemos tener cuando se trata de obras que dicen lo que pensamos que es justo o adhieren a una causa que nos parece noble: criticar el film se lee como criticar la causa. Y no: una causa es una causa, un film es un film. Esta historia de una compañía de baile en un Irán dondc la teocracia lo impide tiene todos los lugares comunes del cuento David versus Goliath y los narra de manera convincente, incluso con buenos momentos coreográficos y no poca simpatía. El problema sobreviene a la hora de contraponer el drama y la crítica política al espectáculo, algo que puede hacerse sin problemas pero que en esta ocasión deja ver demasiado sus costuras. Es cierto también que el cuento no tiene demasiados ripios y que Freida Pinto es una de esas imágenes que justifican el cine. Así, estamos ante una película inofensiva que trata de brillar por su adhesión a la causa más que por la creación de emociones genuinas. Incluso si, ocasionalmente, las provoca.